Vaya por delante que cualquier argumento destinado a aliviar su desazón, aplacar su hastío o reducir su ingente dosis de cabreo quedará irremediablemente abocado al fracaso a través de un gesto tan simple como doloroso: mirar la clasificación. Trataré de convencerle de que el Zaragoza de Albacete fue un buen Zaragoza, un equipo más fresco, más ágil, más dinámico y ligero. Menos pesado, en fin. Le diría también que mereció ganar y que fue notablemente superior a un rival que pareció mucho más pequeño en gran medida porque su rival hizo muchas cosas bien para rebajar sus dimensiones. Le diría, incluso, que me gustó el equipo aragonés. De hecho mucho más que en las últimas semanas. Y le admitiría, además, que la alineación me dio cierto pavor y que lo primero que se me vino a la cabeza fue aquella debacle en Huesca provocada, en gran medida, por una desastrosa maniobra de Natxo en la elección de futbolistas.

Trataría de persuadirle de que el Zaragoza defiende mejor. Para ello, recurriría a las matemáticas apelando a que no ha encajado gol en tres de los cuatro últimos encuentros,. Que defiende mucho mejor el balón parado -no recibe un tanto bajo esta modalidad desde aquel de Melero en El Alcoraz- y que el entrenador vasco ha modificado ciertos matices como el adelanto unos cuantos metros de la línea defensiva para defender las jugadas de estrategia, en las que, por cierto, el marcaje individual ya no parece ser la única vía posible.

Pero usted, con toda la razón del mundo, me llamará iluso y me reprochará que no es la primera vez que soy optimista. Dirá que me conformo con poco o que ese Zaragoza tan superior al Albacete ni siquiera fue capaz de ganar el partido. Apelará, asimismo, a que tan solo se ha marcado un gol en los cinco últimos partidos y añadirá que Borja no para de extender su sequía y su mal momento. O que Toquero aporta demasiado poco también como segunda punta. Y se extrañaría, como yo, de que el delantero en mejor forma, Vinicius, fuera suplente en tierras manchegas mientras los otros dos eran titulares.

El debate concluiría, dicho está, con un solo vistazo a la tabla. El Zaragoza ha ganado solo cinco de los 19 partidos disputados. Cada vez está más lejos de arriba, los de abajo se acercan y no ha sido capaz de estar entre los diez primeros en toda la liga. Argumentos contundentes y demasiado poderosos como para ser rebatidos con sensaciones o impresiones personales. Así que no lo haré. Simplemente, trataba de animarle. Sí, otra vez. Perdone la osadía.