La erupción del volcán que ha sufrido la selección con los últimos acontecimientos referentes a la situación política y social de Cataluña llevó a Gerard Piqué a comparecer en la concentración de la selección española de Las Rozas, donde tuvo que escuchar el pasado lunes los insultos de la afición mientras el equipo preparaba el partido de mañana viernes ante Albania en Alicante.

No estaba previsto que hablara, pero Piqué salió a aclarar todo lo que se ha desencadenado tras sus manifestaciones contra la dureza policial para abortar el referéndum y la defensa del derecho a votar de los catalanes. También tuvo su influencia en la aparición del futbolista la petición de Julen Lopetegui y de sus compañeros, que le han pedido que dé la cara. Piqué lamentó el perjuicio causado al grupo pero defendió sus postulados. Estuvo 35 minutos en la sala de prensa, pero se sentó dispuesto a permanecer «una hora y media»; tal era su deseo de hablar y solucionar el problema. «Con el diálogo se puede conseguir todo», aseguró.

Y Piqué se puso a dialogar con España. Con los periodistas que siguen a la selección, deseoso de reparar la fractura en el seno del equipo, con una de las convocatorias más convulsas de los últimos tiempos. Lo primero que quiso dejar claro el central azulgrana era su gran sentimiento hacia la selección: «Es imposible poner en duda mi compromiso. Llevo aquí desde los 15 años y considero esto una familia. Me duele que se dude de esto. Estoy orgulloso de permanecer en la selección española, de estar en un grupo único», afirmó.

En ese sentido, Piqué se mostró dolido por los insultos que recibió el lunes y abogó por el diálogo como fórmula para resolver cualquier diferencia. «Si a toda la gente que me silba la reuniera para cenar, después de cenar no me silbaría nadie», llegó a decir el futbolista, sin arrepentirse en absoluto de nada de lo que dijo. En un tono conciliador y abierto sostuvo: «Un independentista podría jugar en la selección, aunque no es mi caso. Si no hay selección en Cataluña y crees que hay gente de puta madre, ¿por qué no puede un independentista jugar en la selección española?». Y argumentó ante la audiencia, lamentando el «fanatismo» de algunos: «Hay independentistas que no están en contra de España, solo quieren tener su propio país».

DEPORTE Y POLÍTICA

En su encendida defensa de sus ideales políticos, Piqué rebatió aquello tan antiguo de que no se debe mezclar política y deporte. «Somos jugadores, pero antes de todo somos personas. Hablar de política es un marrón, pero ¿por qué no podemos expresarnos? ¿Por qué lo puede hacer un camarero, un periodista y no lo puede hacer un futbolista? Me han aconsejado que no hable de política. Nunca me posiciono en ningún bando. Solo pido votar y sí, no o en blanco. Hay muchísima gente en España a favor de que puedan votar los catalanes. Es imposible que todos pensemos igual: yo opino que la gente pueda votar y otros, como Rafa Nadal, piensan que no podemos votar».

Como si él mismo hubiera dado el pistoletazo de salida a abordar todos los temas políticos, Piqué no se guardó nada, excepto si es independentista o no o si elegiría la selección catalana si fuera oficial. El futbolista se mostró comprensivo con el estado de opinión contrario que observa hacia él. «Es muy difícil que entendáis lo que pasa en Cataluña porque la televisión os muestra lo que quiere que veáis».

Piqué apeló constantemente al diálogo en todos los órdenes. El jugador expuso un ejemplo: «La relación de España y Cataluña es como el hijo de 18 años que quiere irse de casa. Cataluña no se siente tratada como merece y España tiene dos opciones: sentarse a hablar como un padre o Cataluña se va».Pero él no quiere irse de la selección. Entiende que sus compañeros «estén cansados» de que les pregunten por lo que dice Piqué y de que se silbe al equipo. El jugador barcelonés se toma como un reto cambiar la actitud de la hinchada hacia él. El de su relación con Sergio Ramos hace tiempo que se arregló: «Nos llevamos fenomenal, es más, pronto seremos socios de un negocio». No se pronunció sobre el discurso del Rey. Estaba ocupado «jugando a la pocha».