Ranko Popovic, como ya ocurrió contra el Alavés, tiene sobre su cabeza un ultimátum: o gana a la Ponferradina o su despido será inminente. El club le exige una reacción inmediata en forma de resultados que consiste en sumar cuatro puntos como mínimo en los dos próximos encuentros frente a los leoneses y el Bilbao Athletic en San Mamés, siempre con la premisa de la victoria en el primero de ellos. El técnico serbio camina de nuevo sobre el alambre ya no solo por los resultados y la incapacidad del equipo para materializar un gol, sino porque en las últimas citas se ha percibido una fuerte indolencia en alguno de los jugadores principales, entre ellos Pedro, y una ausencia casi absoluta de fútbol y de personalidad competitiva.

La directiva estira la cuerda de su confianza a la espera de que, como ya ocurriera en la primera gran crisis, el Real Zaragoza supere el bache y regrese a los primeros puestos de la clasificación. Después de perder en La Romareda con el Valladolid, el tropiezo en Alcorcón, sus formas y la caída a la novena plaza han reabierto aquella herida que se produjo tras las dos derrotas consesutuivas en casa ante Córdoba y Osasuna. El triunfo sobre el Alavés y el hallazgo en la anterior jonada en Lugo de un sistema defensivo impermeable con Moran y Diamanka como piezas claves, se tradujeron en siete jornadas que elevaron al equipo hasta el segundo puesto de la tabla, es decir en zona de ascenso directo, algo que no se había producido desde su descenso a Segunda en el 2013.

El deseo y la intención es que el equipo alcance el parón navideño como mal menor dentro del playoff de ascenso, lo que, según los dirigentes, calmaría el seísmo y la intranquilidad actual de una plantilla que de puertas adentro algunos consideran suficiente para subir a Primera y otros no, descargando sobre Martín González la responsablidad que no haya sabido confeccionar un grupo equilibrado, sobre todo en la zoan atacante. Para llegar a ese punto de calma dentro de una crispación interna, es de obligado cumplimiento vencer a la Ponferradina y no perder en Bilbao. De no producirse esa combinación y en ese orden, Popovic dejaría de ser entrenador del Real Zaragoza.