El Real Zaragoza sacó un punto en Alcorcón y esa es la mejor lectura del partido que perpetró en Santo Domingo. O la única, porque el encuentro que soltó fue infame, mal en defensa, donde la novedad de Perone no trajo una mayor seguridad, aunque hasta lo hizo mejor que un Verdasca en su versión más oscura, mientras que en ataque el equipo de Natxo Gozález apenas tuvo el balón ni generó peligro. Como sería de terrible la imagen zaragocista que los 500 aficionados que acudieron a Alcorcón reaccionaron con pitos y gritos contra el equipo y contra el técnico en particular cuando fueron los jugadores a agradecerles el apoyo.

La afición ha aguantado estoicamente todo el curso en La Romareda, pero ayer explotó, una reacción que debe hacer meditar a Natxo y al club. El punto apenas saca de pobre al Zaragoza, aunque visto el juego exhibido es lo único rescatable, pero condena al equipo a seguir en la lucha por huir de la zona baja, a estar en el pelotón de los torpes y sin dejar de mirar a la zona de descenso, que a la espera de los resultados que se den hoy está a cuatro puntos. Si gana el Barça B, estará a dos. El paupérrimo Zaragoza de ayer y el irregular de todo el curso no está para más que para lograr huir de la quema. Y al ritmo que lleva no va a ser fácil.

Natxo González ya ha vivido 25 jornadas y no quiere hablar de las reacciones de la afición. Tampoco puede hablar mucho del fútbol ni de la consistencia del proyecto que encabeza desde el banquillo. El Zaragoza llegaba a Santo Domingo con un ligero atisbo de mejoría, con siete puntos de 12 en enero y con 5 partidos de los últimos 9 sin encajar. Sin embargo, lo tiró todo por el sumidero, directamente a la basura, por mucho que al final sumara un punto tras dejar escapar por quinta vez esta temporada una renta en el marcador.

Se había asentado un poco el Zaragoza también con un rombo en la medular, pero Natxo decidió que había que cambiarlo en Alcorcón, donde la única novedad fue la de Perone en el eje. El técnico retrasó a Pombo a la banda izquierda y Febas se situó junto a Borja en un claro 4-4-2 con Ros en la derecha. Y, sin romper a sudar, Febas filtró un buen pase que Borja envió al corazón del área para que Zapater marcara llegando desde atrás aprovechando el rechace de Burgos.

El inicio era el soñado, pero el Zaragoza inconsistente y de perfil bajo comenzó a asomarse. Pombo y Febas se desdibujaron, Eguaras se escondió y Ros tomó un tono gris que ya no dejó. El balón fue para el Alcorcón, de forma abrumadora, y Lasure y Benito empezaron a sufrir en los costados. Cristian Álvarez hizo su primera buena intervención a remate del bullicioso Jonathan Pereira.

El gol fue el único disparo del Zaragoza a puerta en todo el partido. Pombo y Borja, otra vez desesperado, desviaron el punto de mira hacia el cuarto de hora y el partido ya fue del todo de color amarillo alfarero. Con un dominio hasta sonrojante. Cristian volvió a despejar un tiro de Álvaro Peña y Jonathan Pereira falló a puerta vacía en su volea, mientras que Lasure evitó el remate de Peña cuando ya iba a marcar.

GRAVES ERRORES

El Zaragoza era un canto a la imprecisión y a la fragilidad, con mención especial para un Verdasca terrible mientras que Perone, recién aterrizado, apenas le daba para enterarse de la fiesta. Que no se enteraba mucho, la verdad. El gol del Alcorcón, con la falta de intensidad zaragocista, era cuestión de tiempo. Perone se quedó atrás en un envío por alto, Pereira remató mal, Verdasca despejó peor y Lasure apenas encimó a Peña, que le puso el balón a Pereira para que fusilara a Cristian en el 31.

Un disparo de Borja Domínguez trajo el final del primer acto y Natxo decidió cambiar el sistema tras el descanso, recuperar el rombo, sentar a Febas y poner a Alfaro, un extremo, de enlace con Pombo y Borja. La maniobra táctica es imposible de entender. Y, además, no dio resultado.

El Zaragoza solo apareció algo en los primeros instantes, con dos remates de Pombo y Eguartas, pero al menos el Alcorcón estuvo muy impreciso en ataque, porque el balón siguió siendo del cuadro alfarero, que tenía en Mateo García a su jugador más peligroso en la segunda parte. Julio Velázquez olió la sangre y sacó a Sangalli, a Asdrúbal y, en la recta final, a Álvaro Giménez, tres cambios ofensivos, mientras que Natxo apostó por Papu, que aún salió más alocado que de costumbre. La segunda mitad fue soporífera, inaguantable por parte de los dos equipos, pero el Alcorcón pudo marcar al final. Cristian despejó un disparo de Sangalli y otra mala decisión de Verdasca casi propició el tanto de Asdrúbal. Un punto, sí, pero una sensación de amargura terrible.