No ha olvidado sus años en la Liga española, ni mucho menos, y reconoce que será muy difícil, por no decir imposible, que pueda cogerle a un equipo tanto cariño como le tiene al Real Zaragoza. Por eso a veces, cuando se entrena en solitario, piensa en cómo sería su regreso a La Romareda y la forma en la que tendría que readaptar su vida a la convivencia entre amigos y conocidos. En casa, ya se sabe, te tratan de otra manera. Para lo bueno y para lo malo, las cosas cambiarían de nuevo radicalmente. Por un lado, tendría asegurado el cariño de Zaragoza casi en cada esquina. Por otro, sabe que la exigencia se dispararía otra vez. "El que algo quiere, algo le cuesta", resume Alberto Zapater, que sí, habla de cómo sería su vuelta a casa y los compañeros con los que le gustaría encontrarse, pero que también lo hace a largo plazo. El presente es Rusia y recuperarse de una latosa lesión que no le permite ni siquiera entrenarse con sus compañeros.

En cualquier caso, se tendrían que dar un serie de condiciones para que se pudiese cumplir el deseo de todos esos zaragocistas que desean ver al ejeano luciendo de nuevo el escudo del león. La primera, estar en perfectas condiciones físicas para jugar.

"Si vuelvo al Zaragoza, yo sé la exigencia que yo mismo me voy a poner. Y ahora no estoy bien. Tampoco quiero ir a ganar dinero. Y tengo que estar físicamente bien, no como ahora. Tengo claro que no voy a volver allí tieso. Y tengo que contar también con mi familia, que quiera volver a vivir ese día a día. Ahora que estoy fuera, la pregunta '¿qué tal estás, Alberto?' la tienes siempre. Y antes no era así. Era más parecido a: '¡Pero qué hicisteis el domingo!'. Claro que luego es muy bonito comprobar el cariño que te tiene la gente en Zaragoza".

Es una cuestión de sentimientos cruzados. Cuando se fue, era consciente de su amor por el Real Zaragoza. El tiempo le ha confirmado que es irrepetible. "Lo que he sentido jugando en el Zaragoza es muy difícil que lo vuelva a sentir jugando en otro sitio. Sin embargo, yo iba con esa mentalidad al Genoa. Yo firmé cinco años y fui para jugar con el mismo sentimiento. Me he dado cuenta de que, ahora más que nunca, me gustaría que dijeran de mí que soy un buen profesional. Pero ese sentimiento del que hablo es difícil que se repita. Para llegar a tenerlo, necesitas estar en un sitio muchos años. Le coges cariño a las ciudades, es cierto. Pero a Génova, por ejemplo, que es una ciudad que me encanta por todo, no he podido volver todavía".

Puestros a soñar, también se puede hablar de un Zaragoza más aragonés, con Zapater, Cani, Ander Herrera... "Yo siempre he dicho que pienso en ese equipo con todos los aragoneses. Si los cuentas, te sale un equipo majo. Por lo menos sería un equipo con el que la gente se sentiría identificado. Todo el mundo sabe los nombres, no hace falta que los diga yo".

No obstante, aclara que, de momento, solo son pensamientos. "Claro que piensas más de una vez en volver al Zaragoza, pero también en jugar la Champions. El otro día estuve con Piqué y con Villa cuando vinieron con el Barça a jugar contra el Spartak. Con ellos he jugado, por ejemplo, pero ellos lo han ganado todo y yo me conformaría con oír el himno de la Champions".