Rafael Nadal ha vivido en pocos días dos noticias de cariz diverso. La buena es que a partir de ayer ya vuelve a ser el número 1 del tenis mundial, al aparecer en este puesto en el ránking de la ATP por los puntos perdidos por el suizo Roger Federer tras su tropiezo en el primer partido en el Masters 1.000 de Miami ante el australiano Thanasi Kokkinakis. La mala es que le espera una primavera muy tensa en su superficie preferida, la tierra batida, ya que deberá repetir como mínimo su gran desempeño del año pasado para conservar el primado mundial, al que ha accedido por quinta vez en su carrera deportiva.

Los números son muy sencillos. El tenista manacorense defiende los 4.680 puntos que ganó el año pasado en el circuito sobre arcilla, mientras que Federer conservará intactos los 8.670 puntos que ahora luce en la clasificación mundial porque, al igual que la pasada temporada, ha renunciado a jugar sobre el polvo de ladrillo. Nadal, que a día de hoy suma 100 puntos más que el suizo (8.770), defiende los 2.000 puntos de Roland Garros, los 1.000 de Montecarlo, los 1.000 de Madrid, los 500 del Open Banc Sabadell de Barcelona y, como único respiro, los 180 de los cuartos de Roma, el único torneo sobre tierra que no ganó el año pasado (lo hizo el alemán Alexander Zverev, aunque a él lo eliminó el austriaco Dominic Thiem).

Una tarea, la que espera a Nadal, de auténtico titán, sobre todo para un tenista que apenas ha podido jugar en este 2018. El mallorquín se tuvo que retirar en el Abierto de Australia y, cuando iba a reaparecer en Acapulco, se resintió de su lesión en el psoas ilíaco de la pierna derecha. Después de varias semanas de recuperación y entrenamiento silencioso en su academia de Manacor, Nadal apareció ayer en el Sporting Club de Tenis de Valencia, en la primera jornada de preparación del equipo español de la Davis, que afrontará este fin de semana la eliminatoria de cuartos de final ante Alemania.

Será la primera presencia de Nadal en la Davis desde finales del 2016.