El Real Zaragoza es aún un vehículo muy lento. Esa pesadez entra dentro de la lógica de un equipo por hacer, pero deja entrever defectos del pasado que pueden impedirle darle el salto de calidad y de competencia que pretende. Se llevo dos goles en el maletero de un Nastic mejor pese a ser un conjunto recién ascendido y solo dos fogonazos en la recta final del partido de Dorca y el avispado Angel maquillaron el marcador, un resultado honroso pero con trampa. El conjunto de Popovic, muy renovado, arrastra una herencia terrible de pasado, mucho más visible cuando además faltan Vallejo y Mario: es un auténtico chollo en defensa.

Popovic también necesita un pequeño reajuste. Sacar a Dorca de su sitio para emparentar a Wilk y a Diamanka no es de recibo. El catalán se perdió haciendo de Ruiz de Galarreta y los mediocentros no están por ahora para jerarquías. Esa apuesta dio el encuentro al Nastic y dejó a la intemperie a Lolo y a Rico, centrales de ocasión para la ocasión, futbolistas con escaso crédito uno por haber superado el ocaso y el otro por no haber amanecido en la seguridad que requiere la zona.

El 2-0 confirmó que atrás, un balón colgado por el rival es una bomba atómica. El entrenador, entre otros, sacó en la segunda mitad a Erik Moran, Rubén, Cabrera, Angel --el mas entonado-- y a Aria, un espíritu libre a quien situó de extremo por el costado izquierdo. El japonés anduvo podando el jardín, ausente, desvalido y alejado de donde se supone que debe maniobrar: más centrado y con el paisaje de cara. La entrada Emana en el Nastic anuncio lo peor porque el exbetico conserva una fuerza sobrenatural, como demostró en varias acciones.

El juego se rebajó en los minutos finales pero el Real Zaragoza hallo en un zurdazo lejano de Dorca y en la picardía de Angel dos goles para empatar. Dos fogonazos para un equipo sin luces y, sobre todo, preocupantes sombras defensivas aun siendo un amistoso de pretemporada.