Seis victorias en 23 partidos lleva el Real Zaragoza. Ese dato tiene pocos atenuantes, es lo que es. Lo que refleja es que al equipo zaragocista le cuesta un mundo vencer, que no lo hace casi nunca y que es un bloque poco consistente y aún menos fiable. Esa palabra, la fiabilidad, es la que Natxo ha tenido en la boca desde que llegó. Logró que la tuviera el Reus, con el que el técnico vitoriano hizo historia con un ascenso a Segunda y una permanencia históricas, lo consiguió antes en el Sant Andreu y hasta en la temporada en la que firmó el retorno a la categoría de plata con el Alavés. Todos equipos fiables, pero no el Zaragoza. El Zaragoza de Natxo, de hecho, es la viva imagen de la irrregularidad.

El conjunto zaragocista fue a Granada el viernes con la sensación de mejoría del 2018. Con una reacción ante el Barça B llena de coraje para empatar en un partido donde hizo más méritos que el rival para ganar y con un triunfo ante el Tenerife donde fue superior a su enemigo, una victoria justa y hasta corta porque el Zaragoza debió sentenciarla por una diferencia más amplia que un escaso 1-0. Sin embargo, en Granada volvió a mostrar su cara más gris. Ni fue contundente atrás, ya que el cuadro nazarí marcó dos goles y lanzó dos balones al palo, ni fue eficaz arriba, sobre todo en la segunda parte, con un rival que le dio el balón y al que no inquietó.

El resultado fue otra derrota, la octava en 23 partidos. No son pocas. El balance, de hecho, es terrible para el Zaragoza, que lleva seis triunfos, nueve empates y esas ocho derrotas. En total, 27 puntos en 23 jornadas. Con una simple proyección matemática, acabaría la Liga en 49 puntos. Es decir, una permanencia sufrida, quizá no tanto en este curso, donde el Lorca, el Córdoba, que ganó ayer, y el Sevilla Atlético llevan un promedio muy bajo de puntuación. La amenaza es más el Barcelona B, que hoy visita al Tenerife y que está a seis puntos de los zaragocistas.

En el libreto de Natxo la portería a cero es vital. Así, con el Reus firmó 17 jornadas sin encajar de las 42 de la pasada Liga. Con el Zaragoza lleva siete en 23. Es decir, muchas menos. Lo consiguió ante el Numancia (3-0), el Lorca (0-2) y la Cultural (0-0) en las 15 primeras jornadas. Y después, en las siete anteriores a jugar en Granada, lo había firmado en otras cuatro más, ante el Reus (0-0), el Sporting (0-1), el Albacete (0-0) y el Tenerife (1-0). Sin embargo, en Granada fue de nuevo un flan en defensa, con muchas concesiones al rival.

El dato refuerza la clara irregularidad y la poca consistencia de este Zaragoza, que puede dar impresión de mejoría en algunos momentos pero que no tarda en caer en sus propias debilidades. En las últimas ocho jornadas, ha dejado su portería cerrada en cuatro. Sin embargo, en ellas también firmó una verbena en Valladolid, con dos goles en seis minutos y otro más antes del descanso en un partido infame atrás. Y en Granada concedió demasiadas ocasiones al rival.

El Barcelona B, el Valladolid, el Nástic, el Sevilla Atlético y el Córdoba han dejado menos veces la portería a cero que el Zaragoza. Son todos equipos de la zona baja de la tabla a excepción del conjunto pucelano, tan poderoso arriba como endeble atrás. El Zaragoza, que es decimocuarto en la clasificación, es uno más de esos equipos irregulares que están por méritos propios abajo. Tiene poca pegada para aguantar sus muchos errores atrás y necesita de una consistencia defensiva que no tiene. Y que Natxo no sabe cómo encontrar.

En las 23 jornadas, donde con el técnico vitoriano ha habido más paciencia que con todos sus predecesores, el Zaragoza no ha sido capaz de enlazar una racha decente de tres victorias consecutivas. Su récord es dos, las que logró ante el Numancia y el Lorca en las jornadas ocho y nueve. Es otro dato que refleja los dientes de sierra que impiden que el equipo vaya para arriba. De hecho, su posición más alta en esta Liga es la décima, la que ocupó tras las jornadas 9 y 10.

Al final, para lograr la permanencia puede servir ganar con tan poca continuidad como lo hace el Zaragoza, pero rondar la promoción, por no hablar del ascenso directo, exige la capacidad de estar en los triunfos con mucha frecuencia. Y el equipo de Natxo siempre encuentra coartadas para no sellar los tres puntos porque casi nunca los logra.

PROYECTO FUTURO

El entrenador y el club se han encargado de pregonar el proyecto a dos años. Eso, la confianza de Lalo Arantegui en Natxo, el escaso margen económico que habría para traer a un sustituto y, sobre todo, las malas experiencias de anteriores temporadas con los relevos en el banquillo han actuado de freno en una destitución justificada por los números y por la incapacidad de que este Zaragoza sea un equipo fiable, medianamente consistente. El técnico tiene ahora una final el viernes (21.00 horas) en casa ante un Córdoba que busca renacer y que acaba de cambiar la propiedad en el club. Una derrota volvería a hacer sonar las alarmas, pero es la propia irregularidad del equipo las que las mantiene latentes.