Es la segunda isla más grande del Mediterráneo y tiene mayores dimensiones que Cataluña. Cerdeña es un cuadro espectacular de bosques, montañas agrestes de hasta 1.800 metros y hermosas calas y escarpes que dan al Tirreno. El clima templado y húmedo está asegurado durante todo el año. Su población es escasa, muy dispersa, la tercera provincia menos poblada de Italia. Su capital es Cagliari, que está al sur de la isla. Tiene 150.000 habitantes y la provincia supera por poco el millón y medio de personas.

Es aquí donde Julia Cuchí, una amante de la naturaleza, ha vivido su estancia cuasi-iniciática. La oscense ha estado estudiando un Erasmus de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. El pasado miércoles terminó su último examen, que era de Medicina Rehabilitativa y mañana regresa a su Fraga natal después de cinco meses inolvidables. «Seguro que vuelvo en una semana, dos semanas o un mes. Me gustaría quedarme más tiempo. Algún cambio habrá habido en mi interior. Pero eso se verá con el tiempo. Quiero volver a mis rutinas. Ahora estaré todo el día fuera de casa y eso se nota en tu estado físico y mental. He estado en Cerdeña con mucho tiempo libre, tranquila y dedicando más tiempo a mí misma». Desde el martes volverá a estudiar su carrera universitaria en Lérida. «Viviré en Fraga y estudiaré en Lérida. El ritmo será muy frenético. Tendré clases desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche con una hora libre para comer», explica.

Julia Cuchí es una de las grandes promesas del deporte aragonés. Con 22 años la oscense es uno de los valores del eslalom en aguas bravas en España. Ha estado seis años en el equipo nacional. Logró una medalla de plata en los Europeos júnior de 2013 de Francia y un bronce en el Europeo sub-23 de Eslovenia. «Y poco más. Tengo algún título de campeona de España, pero no tengo el historial de Maialen Chorraut, la campeona olímpica en Río de Janeiro», dice.

La competición

En la isla Julia Cuchí ha desconectado de la competición. «En cinco meses no he cogido una piragua. Pero tengo ganas de pillarla y volver a ponerme un dorsal después de tantos meses sin remar». Ahora no le quedará otra que volver a vivir la presión de la competición. Pero se lo toma con filosofía. «A finales de febrero tendré la primera competición. Pero no sé cuál será. A ver qué tal me encuentro. Tendré que hacer las pruebas de selección para los Mundiales sub-23 en la localidad italiana de Ivrea y el Europeo de Bratislava. Quiero estar en esos eventos y disfrutar otra vez».

Pese a no tocar la piragua, la deportista se ha puesto físicamente como una moto. «Me he puesto muy fuerte escalando. No tiene nada que ver con el piragüismo. Pero mal no me va a hacer. La escalada me da mucha habilidad, observación y saber leer la vía». Para Cuchí lo importante era «descansar y replantearme mi futuro. He entrenado la cabeza sin disturbios colaterales, que a veces es más importante de lo que se piensa», reconoce la fragatina.

Cuchí se ha quedado prendada de la amabilidad y la simpatía de los sardos. «No me gusta comparar esta gente con los fragatinos. Pero aquí son personas abiertas, amables y acogedoras. Es muy agradable estar en esta isla. Y Alghero es la ciudad más bonita para vivir». Aunque no es oro todo lo que reluce en Italia. «Hay italianos pericolosos y bordes que se transforman cuando cogen el coche», reconoce Cuchí.

Amante de la naturaleza virgen y solitaria, Julia no se encuentra tan cómoda en la gran ciudad. «Italia de por sí es sucia, con las calles sucias con latas, papeles, plásticos... Lo que más me duele es ver llenos de basura los sectores de escalada y el parking de Universidad de Cagliari inundada de basura. La gente es limpia cuando se viste, pero el terreno no lo tratan bien», dice.

Julia ha convivido durante su estancia italiana con David, su pareja. Es un escalador de la Seu de Urgell. Ambos han estado todo este tiempo viviendo en una furgoneta a las afueras de Cagliari. «Ha sido una cosa bonita y la hemos vivido los dos. No sabíamos si dudaríamos una semana o un mes en estos seis metros cuadrados. Pero no se me ha hecho nada pequeño. Hemos tirado con el proyecto, en una casa bonita y lo hemos vivido los dos», reconoce Cuchí.

Ahora la oscense echará en falta la furgoneta de David. «Estamos todo el día en la furgoneta y se aparca donde sea. Dentro se vive a un ritmo diferente y más perfecto es imposible. No había nada e instalamos la electricidad, la cocina, la cama, el comedor... En 6 metros cuadrados lo tengo todo salvo la ducha y el baño. ¡Cabe hasta la piragua!», explica feliz la altoaragonesa del Caillac Baix Cinca.

Ahora Julia vuelva a Aragón después de una estancia maravillosa en Italia. «No ha sido el cambio de mi vida. Ahora debo saberme adaptar a los cambios y poder disfrutar del camino de la vida », reconoce la deportista altoaragonesa. Regresa a su casa de Fraga, a Lérida y a los exigentes entrenamientos en el Canal Olímpico de la Seu de Urgell. Es allí, en el río Valira, donde pondrá todo de su parte para ser la mejor piragüista española en eslalom del futuro.