Carla Suárez está de regreso. Sin ser cabeza de serie, tras un año amargo por las lesiones, sobre todo en el hombro, la grancanaria de 29 años ha sido capaz de meterse de nuevo en los cuartos de final de un Grand Slam. Lo logró ayer ante la emergente estonia Anett Kontaveit, a la que remontó un 6-4 y 4-1 para acabar imponiéndose por 6-4, 4-6 y 6-8 en poco más de dos horas y cuarto de un partido que sirvió, entre otras cosas, para que los espectadores se deleitaran con el estético revés a una mano que la española aún utiliza. Es la única jugadora de élite que usa ese recurso, ahora en desuso en un tenis marcado cada vez más por la potencia física de las jugadoras que van asomando la cabeza.

«Es un revés que se está perdiendo debido a esta potencia en la que está entrando el tenis femenino. Pero yo me acostumbré a los 10 años y siempre lo he utilizado. Me va bien para abrir ángulos y para que la bola me corra un poco más», aseguró Carla Suárez tras meterse por tercera vez en la antepenúltima ronda que nunca ha superado en un major. Esta semana tendrá la oportunidad ante la danesa Caroline Wozniacki, segunda cabeza de serie.

En realidad, Suárez solo ganó ante Kontaveit dos puntos directos con su revés, pero el golpe a una mano le sirvió para madurar muchas jugadas y sacar a su rival de la pista por el lateral en varias ocasiones. Eso hizo que pudiera enlazar seis juegos seguidos cuando peor lo tenía (con 6-4 y 4-1 en contra) y solventar un choque complicado en su tercera bola de partido.

Ninguna de las 30 mejores jugadoras mundiales de la actualidad se atreve a jugar con el revés a una sola mano, del que Suárez se inspiró en la belga Justine Henin, ganadora cuatro veces en Roland Garros entre el 2003 y el 2007. La italiana Francesca Schiavone, campeona en París en el año 2010, fue la última en utilizarlo.