La emoción se mantuvo hasta el final. A dos kilómetros de la meta del Ampriu el ganador de la carrera era Mikel Bizkarra (Murias). Había logrado una ventaja exigua, pero suficiente, para que, añadida la bonificación, culminase la jornada de su vida. El favorito y fortachón Jaime Rosón (Movistar) pasaba por un momento complicado después de implicarse en una escapada en solitario en la ascensión del coloso pirenaico cuya cima roza los dos mil metros de altitud. Rosón había seguido al pie de la letra la estrategia de equipo. Seguramente creía que estaba más fuerte o incluso que sus rivales no tenían tanta energía. Quería ganar la etapa y la carrera en el último eslabón de la prueba. Sus compañeros de equipo habían destrozado el pelotón hasta dejarlo en vía libre hacia la victoria con cinco acólitos viéndole el dorsal: Taramae, Garikoitz Bravo, Hernán Aguirre, Javier Moreno y Mikel Bizkarra. Eso ocurría a cinco kilómetros de meta.

Rosón subía fuerte pero Taramae se puso a trabajar y arrastró a la sufrida comparsa hasta su rueda trasera. El esfuerzo del estonio fue enorme y sirvió para que el corredor del Movistar se emplease más de lo debido. El viento que azotaba las laderas de la montaña también hizo daño. El caso es que a falta de unos tres kilómetros, Mikel Bizkarra, que ya lo había intentado sin éxito poco antes de Cerler, remató la jugada de Taramae y se fue en solitario. El corredor del Murias sumaba poco a poco unos segundos determinantes. Con dieciocho segundos de renta más la bonificación podría llevarse la Vuelta. Llegó a tener más de veinte. Tenía la carrera en sus manos. Pero entonces, el zamorano Rosón tuvo una aparición celestial encarnada en Marc Soler, que puso en orden su vida. El catalán arropó a su compañero, le aportó moral y sobre todo una rueda salvadora que elevó su autoestima en un momento crítico. Todo esto ocurría a dos kilómetros de meta. Rosón empezó la remontada y finalmente pudo bajar la diferencia en meta a quince pírricos segundos que, con cuatro de bonificación por su tercera plaza, salvaron su propósito.

Lo último que le faltaba a esta Vuelta Aragón era la emoción en el desenlace, y después de abanicos en Zaragoza, llegada espectacular en Caspe y escapadas diarias, se hizo presente esa condición en la escalada al circo del Ampriu, donde la nieve servía de telón de fondo para un espectacular cierre de carrera. Afortunadamente el sol, aunque racaneando, se dejó ver, pero la baja temperatura acompañada de un viento racheado exigió poderosas prendas de abrigo a los cientos de espectadores y un esfuerzo suplementario a los ciclistas.

Pero el cierre de la etapa tuvo una fase previa, marcada como cada día por corredores inconformistas que, bien buscando lo imposible o atendiendo a estrategias de equipo, deciden salir de aventura. Ayer fueron el ilustre Chavanel, Smukulis, Colón y Jesús Ezquerra. Los cuatro marcharon bajando el puerto de Petralba y mantuvieron su fuga hasta el mismísimo pie de Cerler, justamente donde se ha visto morir numerosas escapadas cuando la carrera ha terminado en ese sublime mirador del valle de Benasque. Allí se abrió la gran batalla del día y también de la carrera que acabó elevando a categoría de importante al equipo Murias, que ha hecho de esta prueba casi un patrimonio particular, ganando dos tercios de las etapas y llevando el maillot amarillo durante dos etapas. El balance para el equipo vasco no puede ser más brillante. Sus corredores han venido rozando el poste a lo largo de la temporada, pero en Aragón han descubierto la fórmula mágica para ganar.

De los cuatro aragoneses -Arcas, Castrillo, Barceló y Samitier- también es necesario señalar su esfuerzo y profesionalidad en favor de sus compañeros con posibilidades en la carrera. Es la norma del ciclismo y han demostrado conocerla. Samitier, que había puesto mucha fe en el Ampriu, hizo una subida excepcional que le valió ser el primer regional (30) y colaborar decisivamente para que su equipo quedase primero por escuadras. Respecto a la carrera, una organización impecable, volcada en favor de los corredores, en su seguridad y en lograr el mejor escenario de este referente del deporte aragonés.