La barbarie vivida en Bilbao, con los ultras del Athletic y el Spartak de Moscú campando a sus anchas por los alrededores de San Mamés desafiando a todos los elementos, ha traído a la memoria las peores imágenes de la Eurocopa del 2016 en Francia. El ertzaina fallecido por un infarto ha aportado la dosis final de dramatismo a otro episodio con presencia de los radicales más peligrosos del mundo, que recibirán en su casa el próximo verano a los aficionados de otros 31 países. Quedan menos de cuatro meses para el inicio del Mundial y hay miedo. Se teme una tragedia.

El puerto de Marsella acogió los mayores episodios de violencia en la pasada Eurocopa. Allí se vivieron batallas campales entre los hooligans ingleses y rusos, que llenaron de sangre las calles. El pánico se palpaba también en otras ciudades, como Lille o Toulouse. Allí la policía deseaba la eliminación rusa para evitar males mayores.

En Bilbao se dieron cita los ultras del Spartak, los más violentos de Rusia. En la Eurocopa también hubo grupos de este club, caracterizados por su excelente preparación paramilitar y un claro sentimiento homófobo y xenófobo. Son unidades que viven solo para combatir, como explicaba el documental de la BBC Russia’s Hooligans Army. «Si somos buenos nadie se fija en nosotros, tenemos que ser malos para que nos recuerden y respeten», decía un cabecilla. «Para algunos el Mundial será un festival de fútbol, para otros será un festival de violencia», advertían. Los ultras rusos ya han prometido alguna emboscada a los ingleses.

Por San Mamés se pudo ver a cabezas rapadas rusos enfrentándose a los ultras de Herri Norte Taldea, que mantienen lazos con la izquierda abertzale. El campo de batalla, azuzado por los 500 ultras del Este, acabó con una decena de heridos, lejos de las cifras de Marsella. La UEFA multó a la federación rusa en la Eurocopa con 150.000 euros y rozó la expulsión. Los controles aumentaron, pero la amenaza sigue.

La FIFA ratificó ayer su «plena confianza» en Rusia para garantizar la seguridad de la Copa del Mundo. El organismo lamentó «profundamente» los incidentes y se refirió al buen funcionamiento de la seguridad en la Copa Confederaciones para calmar los ánimos. «Como se demostró en ese torneo los elevados estándares de seguridad de Rusia han sido adaptados para satisfacer las necesidades específicas de estos grandes acontecimientos», dijo un portavoz de la FIFA. Los expertos en vandalismo consideran que el poderoso servicio de seguridad ruso del FSB ha elaborado una lista negra con todos los líderes violentos, por lo que no hay que exagerar la situación. También habrá una tarjeta de identificación especial para todos los hinchas que adquieran entradas.

La respuesta en Moscú

En Rusia no se duda del éxito organizativo y se consideran desorbitados los temores que llegan de occidente. El Spartak de Moscú y el Kremlin no se pronunciaron ayer sobre los altercados de Bilbao. Las oenegés rusas han denunciado la pasividad y la actitud ambivalente de las autoridades sobre la violencia y el racismo. Tras los ataques de los ultras rusos a los hinchas ingleses en Francia, prominentes miembros del establishment, como el diputado Igor Lebedev de la facción ultranacionalista LDPR, alabaron sin ambages las agresiones, difundiendo en Twitter que no veían «nada malo» en las peleas.