El CAI Zaragoza venía avisando desde principio de temporada que podía jugar como los mejores de Europa y el pasado sábado lo demostró en su pabellón, el Príncipe Felipe de la capital aragonesa, engalanado contra el Unicaja con un lleno casi absoluto por la devoción de sus aficionados y por las excelentes campañas de márketing y comunicación del club.

Fue, de principio a fin, un partidazo. Con nervio, tensión, alternativas, emoción hasta el pitido. Con una primera parte igualadísima y una segunda en la que los nuestros demostraron ser más equipo y tener, individual y colectivamente, más corazón.

Pero esas virtudes no lo serían de no estar incardinadas a un esquema regido por la lógica, el que José Luis Abós, el entrenador zaragozano, está insuflando a los suyos.

La defensa del CAI, por ejemplo, es una obra de arte, hierro y seda, un dique, un muro de brazos. Sobre ese sólido cimiento ha armado Abós su catedral estratégica, que en ataque se despliega, en un abrir de ojos, como una columna al comando de muy buenos bases (Llompart, Van Rossom), rápidas alas machacando el tablero contrario (Rudez, Toppert o Steffanson) y un pívot como Nurel, misionero de un nuevo baloncesto ecuménico, el genio despistado que, como sin querer, roba la cartera a las torres contrarias.

El resto del equipo, fueran o no titulares, funciona igualmente como un reloj, bloquea, tapona, rebotea, hace triples, puntos, deja bandejas o seca a genios como Simon, del Unicaja, el croata mágico que dejó de serlo en cuanto los de Abós le aherrojaron las muñecas con los lazos invisibles de su defensa en zona.

Gran victoria del CAI sobre un equipazo, el cinco de Málaga, que ha sido y es referencia continental. A la altura del espectáculo estuvo la maquinaria del club y la respuesta del público.

Hay que felicitar al equipo directivo, encabezado por el presidente de la entidad, Reynaldo Benito, por haber logrado, tras años de esfuerzo y sacrificio, devolver a la capital del Ebro su prestigio y su perdido lugar en el segundo deporte nacional; por haber creído en su proyecto y por haber ido cimentándolo paso a paso, partido a partido, contrato a contrato.

Zaragoza, con su CAI de ayer, de mañana y de siempre, ha recuperado su puesto entre los grandes del baloncesto nacional y puede aspirar a todo.