Ha tenido que esperar hasta los 37 años y a su 18ª temporada como profesional para hacerse grande, pero Sergio García por fin lo consiguió en la madrugada española del lunes, cuando enterró un putt para birdie en el primer hoyo de desempate con el inglés Justin Rose en el Masters de Augusta, el primer título de Grand Slam que se reparte cada año en el mes de abril.Ambos jugadores habían acabado la cuarta vuelta con 69 golpes y empatados a 279 (9 bajo par), pero con ese putt del playoff del hoyo 18 el golfista de Borriol (Castellón) enterró también la maldición que le perseguía desde su debut en 1999, año precisamente de la última victoria de un español en un grande.

Chema Olazábal se enfundó aquel año su segunda chaqueta verde (Sergio ganó en la categoría amateur) y elevó a cuatro los títulos de maestro, junto al suyo de 1994 y a los dos del pionero Severiano Ballesteros (1980 y 1983), que el domingo hubiera cumplido 60 años de no haber sido por el tumor cerebral que se lo llevó en mayo del 2011.

«Es fabuloso unir mi nombre a los de Seve y Olazábal, que eran mis ídolos cuando era un niño. Estoy seguro de que Seve me ayudó un poco en algunos de esos golpes», aseguró García nada más recibir del campeón del año pasado, el inglés Danny Willett, la chaqueta verde que le convertía, ahora sí, por fin, en un grande del golf y del deporte español.

Y es que Sergio García jugó el pasado fin de semana su 19º Masters en el Augusta National y su 74º torneo de Grand Slam en 18 temporadas, rozando la victoria en cuatro ocasiones (dos segundos puestos en el Abierto Británico, en el 2007 y 2014, y dos segundos en el Campeonato de la PGA, en 1999 y 2008). Estaba considerado el mejor jugador en activo sin un major en su haber.

CAMBIO DE MENTALIDAD / Este domingo se quitó esta pesada losa de encima. «A lo mejor ahora tendré que responder si soy el mejor jugador que solo ha ganado uno. Podré vivir con eso», bromeó Sergio García con la satisfacción de quien sabe que por fin ha aprobado una asignatura pendiente. «Alguna vez se me ha pasado por la cabeza: ‘¿voy a ganar alguna vez (algún grande)’? He tenido muchas oportunidades y las había perdido o alguien había hecho algo extraordinario para ganarme. Pero últimamente vengo pensando de una forma diferente, más en positivo, aceptando que, por lo que sea, no me había sucedido. Y mi vida no era un desastre por ello, seguía adelante».

Algo en la vida del castellonense tuvo algo que ver en ese cambio de actitud; quizá incluso la aparición de su novia, la tejana Angela Akins, con la que se casará en julio. También cambió su actitud con respecto al Augusta National, un campo que llegó a odiar. «Nunca me sentí tan tranquilo en una cuarta ronda. Estoy orgulloso de cómo acepté las cosas y cómo miré el recorrido, sabiendo que es un campo que te da y te quita. No es el campo en el que me siento más confortable, pero he seguido trabajando y por eso tengo esta chaqueta verde».

La gesta, tardía pero merecida, de García, ha despertado elogios y felicitaciones de todas partes, comenzando por su rival, el debutante en Augusta Jon Rahm. «Seve, Txema y ahora Sergio. ¡Qué grande!, ¡Vamos! Si ya era mi ídolo, ahora mucho más», escribió en su cuenta de Twitter. Luis Figo, presente en Augusta, fue el primero de la órbita madridista en felicitar al socio de honor del club blanco. Le siguieron Ramos, Bale, Rudy Fernández, Iker Casillas y la propia entidad. Tampoco faltaron los mensaje de Pau Gasol, Rafael Nadal, David Ferrer, Roberto Bautista, Carolina Marín, Carlos Sainz Jr., Alejandro Valverde o del propio Tiger Woods, con un escueto pero significativo: «¡Bien ganado!».