Tras un largo paréntesis de dos años y medio, Sergio Scariolo (Brescia, 1961) regresa al banquillo de la selección en el Eurobasket con el reto de lograr una plaza olímpica para Río. La federación ha vuelto a dejar en sus manos a un equipo que en su primera etapa, entre febrero del 2009, cuando tomó el relevo de Aíto García Reneses, y noviembre del 2012, conquistó dos oros europeos y una plata olímpica. Las ausencias elevarán todavía más el desafío para España, que debutará mañana en el torneo enfrentándose a Serbia.

--El reto que tiene es enorme. Se le pide que lleve al equipo hasta la final del Europeo y lo clasifique para los Juegos.

--Desde luego es de las tareas más exigentes que he vivido como técnico. No hay ninguna duda de que el nivel de los competidores es muy alto, que el resquicio para colarse en los Juego es muy pequeño y que además por el sistema de competición pueden pasar cosas imprevisibles. Existe un punto de imponderable alto. Así que tenemos que plantearnos retos consecutivos. Lo primero será entrar bien en el campeonato. Lo siguiente, clasificarnos lo más arriba en el grupo. Después entrar en la fase de cruces y así, paso a paso. Ojalá que ese camino nos lleve a la final.

--¿Cuánto existe de desafío personal y cuánto de agradecimiento hacia la federación en su vuelta al banquillo de España?

--Puede decirse que es un poco de todo. El reto que tenemos por delante es realmente muy complicado. Ya se preveía así, al margen de las bajas que han sido más de las que esperábamos, y eso me motiva. Por otro lado, más que el agradecimiento, me mueve un sentido de responsabilidad y lealtad hacia un equipo y una entidad como la Federación en la que he vivido momentos muy bonitos y que manifiesta la necesidad de que le eches una mano. Y está el orgullo personal de que jugadores de gran experiencia y talento manifiesten su deseo, pública o privadamente, de volver a trabajar conmigo.

--Saldó su primera etapa con dos oros europeos y una plata olímpica. ¿No se planteó que segundas partes nunca fueron buenas?

--Es obvio que cada día es más difícil repetir esos resultados. Y cada día que pase lo será aún más. Pero la consideración de que coger la selección es en parte un marrón o conlleva el peligro de empeorar los resultados que han hecho los demás. Yo nunca lo he sentido así. Es verdad que se me pasó por la cabeza por un instante cuando me ofrecieron el cargo. Pero entendí que más que hacer valoraciones individuales, había que dar un paso adelante por el equipo. Además cuanto más difícil es el reto, mayor es el estímulo y la satisfacción si se supera.

--El apoyo expreso de los jugadores, y en concreto el compromiso de Pau Gasol, ¿es lo que finalmente le llevó a aceptar?

--Desde luego fue una motivación importante porque estamos hablando de jugadores que han trabajado con grandes entrenadores y tiene el listón de comparación altísimo. En ese escenario complicado, la confirmación de Pau fue una alegría y obviamente una subida de confianza. Pau tiene un impacto muy fuerte en el grupo. Es un líder indiscutible, igual que lo es Navarro, y su implicación en el funcionamiento del equipo y en la competición es fundamental.

--Muchos interpretan su vuelta al equipo como un deseo de recuperar el equilibrio entre el orden y la autogestión con la que siempre ha funcionado esta selección.

--El tema es muy claro: en el campo hay que tener orden y fuera del campo hay que confiar en los jugadores. Yo nunca he tenido ninguna otra norma y siempre he contado con todo el respeto de los jugadores para implementar las ideas. Obviamente a la hora de elaborar algún sistema me he concentrado con ellos y he querido escuchar su opinión. Pero con lo que se pretende en la cancha nunca he tenido ningún problema.

--El varapalo del Mundial fue duro ¿Cuál es la mentalidad correcta para afrontar este Eurobasket?

--La forma de afrontar cualquier golpe es mirar para adelante, no para atrás. Es obvio que cada uno habrá digerido de una forma diferente lo que pasó y habrá sacado sus conclusiones. Pero ahora somos un grupo diferente. Hay muchísimos jugadores nuevos. Muchos de los que estaban, no están. Luego nos conviene enfocar y, al final, tener un buen equilibrio entre ambición y humildad. Ambición que se convierta en autoexigencia. Y humildad para saber que hay equipos muy buenos y la prepotencia nunca es buena y menos cuando tienes ausencias importantes.

--¿Observa en el vestuario un deseo de reivindicarse?

--Eso es una cuestión más individual. Si hubiesen estado todos los mismos jugadores igual sí, pero hemos cambio medio equipo y tiene que encontrar motivaciones positivas y nuevas, no de respuesta a nada.

--¿Qué les ha pedido a sus jugadores ante esta cita?

--Les he pedido que compartan y tengan claros los objetivos. Tenemos que volver a competir, tanto en calidad de juego como en sentido de equipo, al nivel que nos ha hecho admirados y temidos por todo el baloncesto. ¿Estamos en condiciones de lograrlo? Sí, obviamente costará más, pero sí. Pero hemos de tener muy claro que hay que actuar como equipo y que será el funcionamiento colectivo el que dictará sentencia sobre el resultado.

--¿Hará concesiones en el estilo?

--Es un grupo nuevo que jugará de una forma diferente, porque nos invita a ello las características de los jugadores. Pero recuerdo que en mi primera época, lo que despertaba más admiración, al margen de resultados, era la capacidad de jugar en transición, en campo abierto. Eso es nuestra identidad. Lo hemos hecho muy bien durante cuatro años y lo vamos a mantener porque es nuestra marca. Luego me gustaría recuperar ese sentido de la diversión como grupo, tal como era al inicio de la vida de este equipo. Esa es una de las cosas en las que hecho hincapié. Cuanto más logremos ser ese grupo de niños que se divierten jugando, más podremos ganar.

--¿Mantiene suficiente talento en el bloque para aspirar a todo?

--Tenemos el suficiente. Soy optimista. Pero sabemos de la dificultad del grupo. Habrá que ir al límite desde el primer día.