El Wanda Metropolitano acogerá hoy su primera final de la Copa del Rey (21.30). El partido reunirá a dos equipos de distintos niveles, pero acostumbrados a luchar por trofeos. El Barcelona está obligado a vencer por su condición de club grande y por la imperiosa necesidad por alimentar sus vitrinas. Por su parte, el Sevilla aspirará de nuevo por alzar un título, algo que lleva haciendo de forma permanente en los últimos años. Los andaluces llevan diecisiete finales en distintos torneos a sus espaldas. En esta ocasión, el Sevilla tendrá la oportunidad de conseguir su sexta Copa del Rey. La cita será vivida por cerca de 25.000 seguidores culés y en torno a 24.000 sevillistas, que se han desplazado a la capital madrileña.

Ernesto Valverde tiene la oportunidad de hacerse con su primer trofeo de azulgrana. Además, la consecución de este título permitiría a los barcelonistas suspirar por un doblete, ya que están cerca de culminar la conquista del campeonato de Liga. El Barcelona llegará a Madrid relativamente fresco, debido a que Valverde concedió descanso en el último choque a casi todo el equipo que se aventura como titular. Piqué, Sergio Busquets e Iniesta ni viajaron a Vigo, y tampoco lo hizo Rakitic, que se quedó en Barcelona recuperándose de una fractura del primer dedo de la mano izquierda, que se produjo en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Champions contra el Roma, y que no le debería impedir estar en el Wanda Metropolitano después de recibir el alta.

Los azulgranas necesitaban tomarse un respiro para atacar la final con garantías físicas después de haber demostrado en las últimas semanas un cansancio que no sólo afectó al rendimiento futbolístico, sino que dejó al equipo bajo de forma. Fue el partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones en Roma (3-0) un claro ejemplo del mal estado físico en el que llegan muchos azulgranas al tramo final del curso.

La final la volverá a jugar Jasper Cillessen, el meta titular en la Copa. Y solo cabe la duda de, si al final están aptos los renqueantes Sergio Busquets e Iván Rakitic, si Valverde se atreverá con un 4-3-3, lo que habilitaría a Dembélé junto a Messi y Luis Suárez en punta, o bien por el 4-4-2, en el que Coutinho podría entrar junto a los tres clásicos del centro del campo: Rakitic, Sergio Busquets e Iniesta. Ante ellos llega el Sevilla con unos dientes de sierra en su rendimiento y con lagunas en el juego que dejan dudas para medirse al coloso azulgrana. Aunque Montella ya ha demostrado que el Sevilla puede ser competitivo ante un equipo grande después de sus actuaciones en Champions.

A por la sexta / El conjunto andaluz superó en octavos al histórico Manchester United y se plantó sesenta años después en unos cuartos que les midió a otro histórico como el Bayern Múnich. En la Copa también llegó con autoridad en la final, incluido el pase en los cuartos ante el Atlético, al que ganó en el escenario del partido del sábado por 1-2 y también en Sevilla por 3-1.

El Sevilla llega a esta final con siete partidos consecutivos sin ganar, cinco de Liga y dos europeos, con tres derrotas y cuatro empates en los que la tónica general fue la falta de efectividad cuando se presenta ante el marco rival. También está en el recuerdo la final de Copa que disputaron ambos contendientes hace tres ediciones (2016) en el Vicente Calderón de Madrid, en la que el Barça superó al Sevilla en la prórroga. La plantilla, concentrada los últimos días en Marbella, solo cuenta con la baja del central danés Simon Kjaer, lesionado hace un par de semanas.

Hay pocas dudas en el once sevillista. Montella tiene la duda del jugador que actuará en punta, puesto para el que habitualmente optan el colombiano Luis Muriel y el francés Wissam Ben Yedder pero en el que también tiene opciones Sandro Ramírez, quien lo ha hecho bien en las últimas oportunidades que gozó en el once sevillista.