De dar el salto definitivo al primer escalón del fútbol a perder el paso y regresar a tierra de nadie, a la zona de penumbra de donde sacó al Atlético Diego Pablo Simeone con un trabajo impecable desde su llegada a finales del 2011. Es la sensación que ha quedado en el entorno rojiblanco después de las enigmáticas palabras del técnico argentino, más derrotado que nadie en el momento en que más fuerte tenía que retumbar su liderazgo.

Nadie podía esperar que caer contra el Madrid de la manera más digna posible causara tales estragos en el ánimo del técnico, que si por algo se ha distinguido desde su llegada ha sido por su capacidad para renovar la ilusión y la energía de jugadores y aficionados. Sus palabras, sin embargo, sonaron a despedida, a carpetazo al contrato de renovación que firmó hasta el 2020. La ascendencia que el Cholo ha conseguido en todas las instancias del club podía haber dado paso a un futuro esplendoroso en caso de haber levantado la Champions ante el rival más señalado, pero Simeone vino a decir que no le vale ser segundo, que no quiere perder otra vez la batalla más relevante y que no está seguro de que con el Atlético vaya a poder culminar la obra.

"Me lo tengo que pensar", repitió en rueda de prensa, en la que reiteró que perder dos finales es un fracaso, que del segundo no se acuerda nadie y que "para el Atlético es maravilloso jugar dos finales en dos años, pero yo no me quedo contento con esto". Después pareció dar marcha atrás, pero volvió sobre lo mismo. "Tengo contrato, estoy en el lugar donde quiero estar, soy muy querido y yo los quiero mucho, lo mismo que al club y a los jugadores, pero es un momento para pensar, es lo que me sale. No sería bueno seguir adelante sin pensar que he perdido dos finales", declaró el Cholo, y todas las alarmas saltaron.