El Tecnyconta Zaragoza tendrá mañana la misión imposible de derrotar al Real Madrid, líder de la Liga Endesa, en el partido que les enfrentará en terreno aragonés y al que el conjunto maño no puede renunciar, a pesar del gran potencial de su rival, dada su delicada situación en la clasificación.

El equipo zaragozano, a pesar de la dificultad que entraña sorprender a uno de los mejores equipos de Europa, no puede dar por perdido de antemano el encuentro porque se está jugando la permanencia en la máxima categoría del baloncesto español y un triunfo sobre el conjunto blanco le acercaría enormemente a su objetivo.

Para ello, el equipo que dirige Luis Guil deberá completar un partido prácticamente perfecto y esperar que su rival no tenga su día, requisito imprescindible cuando hay tanta diferencia de potencial entre dos conjuntos.

Y para lograr un encuentro redondo tienen que confluir varios factores como realizar una gran defensa, algo que esta temporada ha brillado por su ausencia en muchos partidos, y que todos los jugadores sin excepción aporten porque en una plantilla corta como la del conjunto 'rojillo' se necesita que nadie tenga un día desafortunado.

La trayectoria del equipo zaragozano esta temporada demuestra que parece muy complicado poder hacerse con la victoria porque de los quince enfrentamientos con los ocho primeros clasificados solo ha ganado 71-80 al Unicaja, en Málaga, y al Iberostar Tenerife (71-59) y al MoraBanc Andorra (90-74) en Zaragoza.

Estas cifras no parecen apoyar la teoría la sorpresa pero la necesidad en la que está inmerso el conjunto maño hace que el partido tenga carácter de final y a veces eso obra milagros, y en eso, y en el apoyo de la afición, confían los jugadores del conjunto aragonés para poder dejar la victoria en Zaragoza y dar una gran zancada hacia la salvación.

El partido, correspondiente a la jornada 32 de Liga, se disputará mañana, a partir de las 19.00 horas, en el Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza con arbitraje de los colegiados Martín Bertrán, García Ortiz y Sacristán.