Y ahora ya, con el mercado de verano cerrado, la pregunta del millón. ¿Tiene el Real Zaragoza plantilla para ascender? La incorporación de Sergio Buenacasa, delantero que jugará con el filial pero que se entrenará con el primer equipo y cuya presencia viene a llenar ese vacío que hay en el escalafón de puntas tras Ángel y Ortuño, cierra un verano futbolístico agitado, con la venta mediante de Vallejo al Real Madrid para poder inscribir a los nuevos fichajes y en el que la SAD ha remodelado profundamente el equipo para hacerlo más serio que el anterior.

Sobre una base amplia de jugadores de nivel que ya estaban, en propiedad o de nuevo en préstamo, y que conforman la columna vertebral del grupo (Bono, Cabrera, Mario, el propio Vallejo, Dorca, Pedro o Jaime), el Zaragoza ha trabajado para completar una plantilla mucho más larga, sin saltos de calidad tan profundos entre los primeros espadas y sus repuestos. Puestos doblados en todas las áreas del campo con futbolistas con muchos kilómetros en las piernas y que saben de qué va este negocio y para qué están aquí.

El objetivo ha sido hacer un equipo mucho más armado, especialmente en el medio del campo, más rocoso, con una portería mejor, competitivo desde el primer día, difícil de ganar, resistente y que tiene su punto de distinción de tres cuartos hacia adelante con cuatro jugadores llamados a marcar la diferencia: Pedro, Jaime, Hinestroza y Ángel. El resto estará al servicio de que el equipo encaje muchos menos goles que en la última campaña, prioridad absoluta, y ellos cuatro para desequilibrar a base de velocidad y calidad. La plantilla está compensada. Quizá en lugar de un cuarto mediocentro podría haber un tercer delantero.

Es una plantilla capacitada para llegar a Primera. Y más en una categoría sin el Betis, Las Palmas o Sporting. El ascenso es el único camino hacia la supervivencia. No hay más Vallejos ni más ganas de seguir poniendo dinero ad eternum. Solo hay una salida: subir.