Continúa extraviado el CAI Zaragoza, desnortado, desacertado y, tras su horrible actuación de ayer, casi descartado en Europa. El Octubre Rojo (Krasny Oktyabr) le dejó tocado y casi hundido con un Culpepper que volvió a resultar para el CAI como el impacto de un torpedo en plena línea de flotación (71-82 con 31 puntos del norteamericano). El equipo de Joaquín Ruiz Lorente jugó mal y perdió, con todo merecimiento, dejando en el alambre su futuro en la competición. Ahora el CAI es colista del grupo I y debe ganar los dos partidos que le quedan, ante el Cedevita el próximo miércoles y en Roma en la última jornada del grupo, pero ya no depende de sí mismo. Para adelantar al Volgogrado el equipo ruso tendría que perder los dos partidos. Un Volgogrado que ha ganado tres de sus últimos once encuentros, dos de ellos al CAI.

Se ha encogido el equipo aragonés en las últimas semanas, ha frenado tanto su progresión que parece caminar hacia atrás. Su juego volvió a ser simple, falto de fluidez, de buenas acciones y buenas decisiones, de confianza, en definitiva. No se divierte el equipo, al contrario, parece sufrir en cada acción y el público empieza a cansarse y a mostrar su descontento. Únicamente la aportación de los interiores --excepto de un Jelovac cada día más desconectado-- salvó en algunas fases al CAI, con los exteriores negados de nuevo. 37 minutos tardó el CAI Zaragoza en anotar el único triple de la noche en 15 intentos, un bagaje que convierte la victoria en algo casi imposible. Robinson y Goulding parecen sombras y Sastre y Tomás aportan poco en esa faceta.

Enfrente, el Volgogrado aprovechó el regalo y sacó el máximo rendimiento a sus armas. Jugó con siete jugadores el conjunto de Dirk Bauermann, con un banquillo pensado casi exclusivamente para dar descanso al quinteto inicial. El octavo jugador fue Likholitov, el general manager del club que, mientras no jugaba, departía tranquilamente con Gerasimenko, el presidente, que ayer se vistió de corto. El trabajo defensivo de Cuthbert Victor, el acierto de Romeo Travis y, sobre todo, el show de Culpepper, fueron suficientes para que el Volgogrado asaltara el Príncipe Felipe. El menudo escolta estadounidense anotó 31 puntos de todos los colores y acabó aplaudido por la grada.

El CAI se mostró impotente e incapaz pese a que la distancia no fue excesiva hasta el final. No tuvo claridad de ideas y se fue agarrotando, fallando y fallando, de lejos, de menos lejos, de cerca, de más cerca, perdiendo balones, permitiendo tres rebotes ofensivos en una misma jugada después de haber controlado esa faceta durante muchos minutos, cometiendo pequeños errores que, sumados uno detrás de otro, le incapacitaron para la victoria. Otra muestra de su falta de confianza es su descenso en los porcentajes desde el tiro libre. Y otra más que, ya al final, con Culpepper campando a sus anchas y el Volgogrado buscando hacer sangre para el average, el equipo se desenchufó, dejó de hacer, bajó la cabeza y esperó que, simplemente, sonara la bocina y se acabara todo. Hasta una parte importante de sus opciones europeas.