La bautizaron como la Bruja de Campanas, su pueblo natal, por la nariz puntiaguda y su melena aún vigente cuando era extremo en ambos costados y suministrador de goles de Iriguibel y Echevarría en Osasuna, un hábil burlador de defensas por el que el Real Madrid llegó a ofrecer 100 millones de pesetas sin que fraguara la operación por la negativa del club navarro. E internacional. Enrique Martín Monreal tiene 62 años pero se siente y actúa como un niño desde muy dentro. Cree que ese regreso a la infancia, la naturalidad en la comunicación con las plantillas y la fortaleza de la autoestima son claves en su trabajo. El Real Zaragoza tendrá un duro rival este domingo en el Albacete, pero sobre todo en un técnico hecho a sí mismo paso a paso que contagia emotividad y su enorme entusiasmo por la vida.

Con ese libreto ha hecho resurgir a un equipo que estaba hundido antes de que llegara. Con ese estilo próximo y rebosante de personalidad ha conseguido en muchas ocasiones reactivar a grupos de futbolistas que se habían instalado en la depresión. Es un optimista irreductible que ve el sol en un día de lluvia, un hombre que superó una angina de pecho y que la primera pregunta que hizo antes de entrar al quirófano fue que si volvería a entrenar. Positivo, entrañable y navegante a mar abierto de todos sus sentimientos sin esconder uno solo, sin pudor para desnudarlos.

Detuvo con su pie un contragolpe del Badajoz en su etapa en el Leganés (lo que le costó diez partidos y 500.000 pesetas de multa por el Comité de Competición) y celebrando un gol, ritual que reclamaba de inmediato la atención de la cámaras de televisión por sus explosivas carreras de júbilo, se estampó contra el suelo de espaldas. Aquel Enrique Martín amante de los rallies al que le gustaban y le gustan los coches pequeños y rápidos, de chico joven como se siente, va y viene con su libreta y su bolígrafo, inquieto aún pero una malva en las distancias cortas y en su vida cotidiana.

Cuando fichó por el Albacete se definió como nadie mejor que él podría hacerlo: "Entrenadores mejor que yo vais a tener 800.000, pero como yo, seguro que ninguno". El elixir de su éxito como motivador no es otro que éste: "Si ayudas a mejorar a tus futbolistas como personas, van a disfrutar mucho más como jugadores". Y de retirarse, ni hablar: "Si Heynckes volvió al Bayern con 72 años, a mí me queda carrete", bromea este chico de Campanas, La Bruja que con su varita mágica ha transformado al Albacete en un auténtico demonio. El admirador de Fito y Fitipaldis. Un viejo rockero con mucha marcha y encendida pasión atemporal. "Las cosas importantes aquí, son las que están detrás de la piel.."