Ya se ha convertido en una bonita tradición la medalla de cada verano de Víctor Lapeña con la selección española femenina de baloncesto. En Praga sumó la decimotercera. El Europeo absoluto, la séptima en esta categoría. El técnico del Stadium Casablanca recibió en el podio la medalla junto a las jugadoras y todo el equipo técnico. A su izquierda estaba Lucas Mondelo, el seleccionador nacional. Cuando le enfocó la cámara a Lapeña, este enseñó la palma de su mano izquierda. «Tenía escritos los nombres de mis hijos, Marta, Bruno y Ana. Dedico este triunfo a ellos, a mi familia», explica emocionado el segundo de Lucas Mondelo.

Nada tuvo que ver el Víctor Lapeña eléctrico y nervioso del Stadium Casablanca con el de la final del Europeo. Apenas expresó sus emociones en la extraordinaria victoria de España sobre Francia por 71-55. «Sé cuál es mi posición y mi labor en la selección y llevo muchos años cambiando de chip. Es muy gratificante puesto que este sitio me ayuda mucho a mejorar como entrenador», dice.

De los numerosos éxitos como segundo de Evaristo Pérez y Lucas Mondelo, Lapeña extrae una enseñanza de este Europeo. «Hay muchos triunfos que se parecen, pero hay algo por encima de todo, que es la madurez que ha adquirido este grupo frente a una Francia muy potente y muy física. El trabajo de tantos años con tanto rigor y tanto detalle se ha visto super bien interpretado en la final por las que son las protagonistas», afirma.

Sobre la cancha se plasmó el resultado de un trabajo de muchos años. «Secretos hay pocos. Hay mucho trabajo, mucho compromiso y hemos tenido la suerte de juntar a unas generaciones en la mejor selección española de todos los tiempos. Antes hubo otras que marcaron el camino, pero esta ha hecho un ciclo desde el 2013 hasta aquí inigualable. Era importante tenerlas en las mejores condiciones físicas y emocionales. A la vez había que hacer un buen trabajo técnico del seleccionador y de los ayudantes para que las chicas lo entiendan», explica Lapeña.

Triunfo sencillo

Dio la impresión de que la conquista del oro fue muy sencilla para las jugadoras de Lucas Mondelo. «Ya lo dice el seleccionador. Hacer que parezca fácil lo que es muy difícil. Que eso sea así es muy bonito». Ya se dice que España es el Estados Unidos de Europa. «En este campeonato ha parecido que hemos tenido esa solvencia. Pero no tenemos nada que ver. Nosotros somos más humildes y la llevamos por bandera porque desde el primer momento no nos creemos nadie. Para ganar tenemos que trabajar mucho y luchar cada partido. Pensamos que cada choque es más importante sin ir más allá», cuenta.

En ningún momento del partido España se relajó, ni dejó meterse en el encuentro a Francia. «Todas la jugadoras que participaron tuvieron una concentración brutal. No hubo ningún eslabón débil por el que pudiera atacar el rival», apunta. De todas las jugadores sobresale Alba Torrens, la más valiosa del campeonato. «Es una líder anotadora dentro del campo. Pero está la capitana, Laia Palau, que hace que en el campo tengamos una seguridad increíble, Sancho Lyttle, Marta Xargay, Anna Cruz... Todas tienen algo especial y hacen que esa mezcla sea un cóctel maravilloso», dice.

Lapeña es una pieza más de ese puzzle irrepetible. «Opino en todo en el equipo, pero estoy muy encima del trabajo defensivo. También realizo la preparación de los rivales y señalo cuáles son sus fortalezas y debilidades». La defensa fue la clave para el triunfo frente a Francia. «Hacemos una defensa individual muy agresiva, con muchas manos, muchas fintas y mucho trabajo físico. Alternamos defensas para que el rival se sienta incómodo», explica Lapeña.

Para el zaragozano, donde mejor se plasmó el estilo del equipo español fue en semifinales contra Bélgica. «Tiene a dos de las mejores pívots del mundo y logramos que apenas anotaran. Aunque no hay que olvidar que la final es la final». El próximo reto es el Mundial en España. «Primero hay que disfrutar de esto y el año que viene Dios dirá en qué situación estamos y si la Federación Española quiere contar conmigo. No pienso más allá que disfrutar de este éxito», valora.

Tras tantas emociones, lo que más necesita ahora es «estar en Tarragona con mis hijos y con Ester, mi mujer. Que pasen los días y disfrutar del verano, que llevo unos cuantos muy duros. Es el primero en seis años en el que puedo parar y reflexionar sobre mi futuro. Por encima del básquet está mi salud y mi familia y hay veces en la vida que hay que saber parar y coger aire». Pese al paréntesis, este verano Lapeña seguirá viendo partidos y estudiará baloncesto. Volverá a la batalla con el Stadium el 1 de septiembre.