Dieciséis goles de cabeza ha encajado el Zaragoza en 32 partidos. El dato, que le coloca de líder destacado en esa faceta, constata cuál es una de las peores carencias de un equipo mal confeccionado en verano. Dos ejemplos: tres de los cuatro defensas ayer no jugaban en su puesto y no hay ni un central de verdadera jerarquía. En la mejoría defensiva que se ha vivido con Jiménez con respecto al esperpento cotidiano que era con Aguirre es la faceta que no se ha podido subsanar. El Zaragoza sigue siendo un equipo al que todo el mundo le remata de cabeza y bastantes veces acaba dentro de la portería. Bernardo, Demichelis, Negredo, Seba Fernández, Diego Costa, Fazio, Roversio... La lista es más que amplia.

El Sevilla marcó dos de sus tantos con la testa. Lo hicieron sus dos especialistas en esa faceta, el central Fazio y Negredo. Jiménez estuvo haciendo trabajo específico en los días previos para tratar de paliar esa carencia. Dio igual. Volvieron las miserias, la desconcentración, la pérdida de la marca y un Roberto que tiene su hándicap, quizá su único lunar, en esas salidas en balones por alto. El meta, como otras veces, se quedó en su portería y Fazio entró como Pedro por su casa y con Mateos mirando para otro lado. El de Negredo con la testa llegó en un centro de Navas y en un remate que Roberto debió parar.

Al final esa debilidad aérea está siendo una de las tumbas de este Zaragoza, que en la estrategia es uno de los que más goles recibe, 12 dianas. No el que más, pero sí uno de los más castigados a balón parado. Con Aguirre cada córner o falta era peligro y ahora esa sensación ha bajado, pero sigue latente. Basta mirar los dos últimos partidos. Un disparo a puerta vacía de Puyol fue el empate tras un córner con fallo de Roberto y ayer fue Fazio el que lo hizo tras otro saque de esquina.