Se asocia la llegada de grandes fortunas a los clubs de fútbol con proyectos faraónicos, con saltos cualitativos en la adquisición de jugadores, con el aumento de inversiones en fichajes. Se podrían citar ejemplos, el Manchester City o el Chelsea, en la Premier, o más reciente y más cercano, también con menor desembolso, el desembarco de Peter Lim en el Valencia. En enero del año pasado llegaba Roland Duchatelet a un Alcorcón en una peligrosa situación que le amenazaba con la desaparición. Compró el 81'6% de las acciones y el club salvó el match ball, pero no le ha cambiado la filosofía económica a la entidad y el equipo no se ha convertido en un aspirante al ascenso por esa llegada. Eso sí, el empresario belga, que se ha prodigado poco por Alcorcón, aunque se ha dejado ver en diversos actos cuando ha ido, le ha puesto un sello propio al club.

Y no le faltan posibilidades económicas a Duchatelet (14 de noviembre de 1946). Es un hombre de negocios, exsenador y una de las personalidades más importantes de Flandes. Amasa un patrimonio familiar que ascendió en 2012 a 748.200 millones, la decimoquinta fortuna más grande de Bélgica en ese año. Desde inicios de los 90, cuando fundó la empresa de microelectrónica Xtrios, no ha parado de crecer su imperio. Y entre sus varias multinacionales especializadas en tecnología destaca Melexis, dedicada a la industria automotriz, que se convirtió en el tren de cabecera de su importante tejido empresarial.

Duchatelet es presidente del Standard de Lieja belga desde 2011, uno de los clubs punteros de ese país. En el 2006, en su primera aventura balompédica, se hizo con el control del Saint-Truidense (en la Segunda belga). En 2013 compró el club alemán Carl Zeiss Jena, de la Tercera germana, y el inglés Charlton FC, en la Championship. A través de su hijo controla el Ujpest Dozsa, uno de los históricos y más exitosos clubs de Hungría. Y, desde el año pasado, une a su pasión por el fútbol el Alcorcón.

Duchatelet quiere un proyecto a largo plazo, una idea que vaya imponiéndose con el paso del tiempo. Nada de prisas ni de querer convertir de la noche a la mañana al Alcorcón en un equipo de Primera, algo que pretendía hacer Amado Yáñez, expropietario de los Gallos Blancos de Querétaro, donde juega Ronaldinho, y que también optó a hacerse con el club.

Con Pepe Bordalás, que relevó con éxito para salvar al equipo a Miguel Álvarez al poco de llegar Duchatelet, con mando en plaza en la estrategia deportiva junto al director general del club, Enrique Pérez, y con las consignas que llegan desde Bélgica a través de dos consejeros delegados que tiene Duchatelet en el club se trabaja en el día a día. Este verano se renovó casi por completo la plantilla y no siguieron jugadores importantes como Dani Giménez, Pacheco, Juli, Babin o Sales. Eso sí, continuaron algunos pilares como Mora y Héctor Verdés o regresó Nagore. En los recién llegados se ha apostado por contratos a largo plazo, de más de tres años.

Duchatelet quiere convertir al Alcorcón en el centro neurálgico de la población, que tiene en torno a 180.000 habitantes. Es decir, que el estadio de Santa Domingo y el color amarillo de esa camiseta se conviertan en una referencia de la localidad madrileña. Así, ya ha integrado el fútbol femenino de la localidad y lo quiere hacer con el Club de Patín Alcorcón, actual campeón de Europa. Y, de momento, la afición va respondiendo, como el proyecto, poco a poco. Este curso se ha alcanzado la cifra récord de 3.000 socios y, con altibajos, a lo largo del curso el equipo de Bordalás está viviendo una temporada tranquila y no anda lejos del sueño de la promoción, en concreto a seis puntos del Real Zaragoza.