Es un itinerario increíble por el paraíso de Laponia en un recorrido de 440 kilómetros que comienza muy cerca del límite con Rusia, en la población de Kuusano y termina después de siete días con esquís de fondo entre bosques inmensos, llanuras nevadas hasta el infinito y pequeños montículos en Tornio, muy cerca de Suecia. Es una marcha donde no hay competencia y donde prima el goce de la naturaleza en un lugar que está en el fin del mundo.

La travesía ya tiene muchos años de tradición y la conocen todos los amantes del esquí nórdico. En finlandés se denomina Rajalta Rajalle-Hiilto y, en inglés, Borde to Border. Es decir frontera a frontera, desde Rusia hasta Suecia por la helada Finlandia. Esta increíble experiencia que se celebró la segunda semana de este mes tuvieron el privilegio de realizarla varios aragoneses. Miguel Ángel Martín, Alfonso Juez y Mariano Marcén eran del Club Pirineísta Mayencos y José Antonio Ferrando, Tomás Enfedaque, Fernando París, Fernando Navarro, Nacho Dueñas y José Luis Herrero del Stadium Casablanca.

«Es una experiencia muy interesante en la que ya participé en una ocasión. Laponia es una zona muy bonita y se requiere un gran esfuerzo físico de hasta ocho horas diarias con esquís de fondo y siempre bajo cero. El impacto económico es muy grande en esa región, una de las mas despobladas de Europa», afirma Fernando París.

No lo organiza una empresa privada, sino que lo hace el municipio de Ranua desde hace 34 años. «Es allí donde se celebra la etapa más larga, que tiene 86 kilómetros y está en el centro de Finlandia», explica Mariano Marcén. El punto de reunión de todos los participantes es Kuusano. «Desde allí se parte a la frontera con Rusia en 60 kilómetros de traslado. Son siete etapas en siete días con recorridos diarios de 46 a 86 kilómetros. Las dos primeras etapas transcurren por lugares habitados con casas y granjas. Conforme pasan los días se adentra por bosques y lagos helados», añade el esquiador.

El recorrido está perfectamente señalizado con marcas rojas en los árboles y los esquiadores van por las trazas paralelas sobre la nieve en estilo de esquí nórdico. «Cada cinco kilómetros hay una señal en la que se indica la distancia que queda para finalizar la etapa. A mitad de cada uno de los recorridos hay un avituallamiento en una tienda de campaña con potaje, salmón, sopa y patatas para aguantar lo que queda de jornada», apunta.

La participación

Participan casi 400 personas que son divididas en cuatro grupos y parten en días diferentes. «Se hace para repartir a los esquiadores en una región con escasa capacidad de refugios, hoteles y alberges. La organización se encarga de nuestros equipajes y nos los lleva a los sitios donde nos alojamos». Los aragoneses salieron en el primer grupo el pasado jueves 9 de marzo. «La huella era nueva y se esquiaba mejor. Estábamos 70 esquiadores de un total de 23 países».

La inscripción de la travesía cuesta 1.090 euros. «Incluye la comida, el transporte, la seguridad y el alojamiento. Te recogen el primer día en el aeropuerto y te dejan tras la marcha. Si hay un accidente proporcionan un teléfono para recoger al herido con una moto de nieve o un vehículo porque no hay acceso por carreteras al estar todo nevado», explica.

Ninguna de las jornadas superó el termómetro los cero grados. «Alcanzamos los 10 grados bajo cero. Nevó casi todos los días, una nieve muy suave que no dificultaba una marcha que era placentera», afirma Marcén. El trabajo físico es exigente. «Se hace dura la acumulación de kilómetros. El trabajo muscular del cuello para abajo es repetitivo y completo. Terminas con los músculos doloridos, pero lo haces porque te gusta».

No hay clasificaciones y cada uno esquía a su ritmo. «En la etapa más larga estuvimos esquiando nueve horas y media. Disfrutamos del origen del esquí de fondo como traslado de un sitio a otro, en plena naturaleza entre bosques y lagos helados de tres kilómetros y medio», dice Marcén. París recuerda que en esa etapa «hubo esquiadores que comenzaron a las siete de la mañana y acabaron a las siete de la tarde en plena oscuridad», indica.

En el grupo de los aragoneses, el 45% eran finlandeses. «Esquiamos en el territorio donde se inventó el esquí. Pero son gente muy normal y a todos nos gusta hacer lo mismo. La cooperación de la gente es total y participan algunos que han estado 21 veces es esta travesía», concluye Mariano Marcén.