La selección española apura esta noche la última opción de clasificarse de forma directa para el Mundial de Alemania. Una posibilidad que pasa por vencer por cinco goles de diferencia y que Serbia no gane a Bosnia en Belgrado. Nadie ha marcado en esta fase más de tres tantos a San Marino en su estadio y lo mostrado hasta el momento por España no invita a confiar en ella, pese a los goles de Torres en Bélgica.

El equipo dirigido con más ruido que acierto por Luis Aragonés no merece estar más arriba de lo que está y llegar a Alemania por otro acceso que no sea la repesca sería toda una sorpresa. Tanto porque España se soltara el pelo hoy en cuestiones realizadoras y acribillase al portero sanmarinense, como por el hecho de que los serbios se dejasen sorprender por sus vecinos. Serbia tiene el bloque más sólido del grupo y sólo ha encajado un gol en toda la fase de clasificación, el que marcó Raúl en el Vicente Calderón.

POBRE RENDIMIENTO Un dato que el seleccionador tiene en cuenta a la hora de echar números. Falló en su pronóstico el sábado y ahora no quiere adelantar acontecimientos. Bastante tiene con enderezar el rumbo de un equipo que probablemente salga hoy a jugar de manera distinta. Es de esperar que la actitud y la colocación sobre el campo permitan a España cumplir su parte. Sobre lo segundo, Aragonés tiene decidido dar un giro, dado el pobre rendimiento de los hombres de banda. Joaquín y Vicente desaparecen y entran Villa y Reyes. No habrá extremo derecho propiamente dicho y el del Arsenal tendrá que echar una mano al centro, sin dejar de caer a la banda. Una variación significativa que pudiera considerarse como el punto de partida para un cambio de estilo con vistas al Mundial, una cita que Aragonés no quiere perderse. "Si no meto a España en semifinales, me marcharé", ha llegado a comentar.

ECOS DE LA PELEA Ayer, antes de partir hacia Rimini, donde se hospeda la selección, lo primero que tuvo que hacer fue intentar apagar los rescoldos que quedaban del incendio provocado por Puyol y Reyes. El valencianista entró en el aeropuerto detrás de Raúl, sólo y cabizbajo, y se negó a hacer declaraciones. El barcelonista apareció un minuto después, con los cascos bien calados, y no se dio por enterado de la expectación que su presencia provocaba.

El técnico explicó después en la sala de prensa de Barajas que son cosas que pasan, a las que no hay que dar más importancia de la que tienen. "No ha hecho falta la intervención del entrenador porque en el vestuario se abrazaron y hablaron... Claro que hablé con los dos. Lo hice donde lo debía hacer. ¿En el campo para qué? ¿Más espectáculo? Lo normal es no darle importancia y arreglarlo después en nuestra cocina", dijo Aragonés. Lo del abrazo no estaba claro y después admitió que él no lo había visto, pero insistió en que todo estaba arreglado.

Lo mismo dijo Iván de la Peña, el gran confidente de Pujol en ausencia de Xavi, a la llegada a Rimini. El tampoco les vio abrazarse --"yo estaba en la ducha", afirmó-- pero confirmó que habían conversado: "Hablaron y lo que pasó se quedó en el campo. A nadie le gusta que entre compañeros pase esto y Carles está afectado, lógicamente". Hasta el presidente de la federación, Angel María Villar, terció para decir que no fue más que un lance del entrenamiento. "No será el primero ni el último. No hemos hablado con ellos porque luego son tan amigos", declaró el dirigente, que se ve en el Mundial hoy mismo, sin repesca.