Ewerthon será una bendición para el Real Zaragoza si Víctor Muñoz consigue que le traigan de una vez por todas el delantero centro que está solicitando. Mientras no se concrete la adquisición de un goleador, un alto porcentaje de la explosividad ofensiva del brasileño caerá en saco roto puesto que, pese a su notable acierto rematador en su etapa en la Bundesliga, se trata de un excelente jugador de acompañamiento. De la delirante gira por China que ha aportado 600.000 euros al club y nada bueno a la planificación deportiva de la pretemporada, frenada en seco por la ocurrencia cateta de que ese dinero compensa el suplicio físico al que se ha expuesto a la plantilla --hubo que reducir las jornadas a un solo entrenamiento ante los peligros de la deshidratación--, apenas se puede destacar lo nuevo y atractivo que ha aportado Ewerthon. El resto de los futbolistas ha dejado señales entrecortadas de cuál puede ser su rendimiento futuro, algunas de ellas casi imperceptibles para la vista y, por lo tanto, para el análisis en profundidad.

El exjugador del Dortmund ha sido el mejor en Shanghai. Teniendo en cuenta que acaba de aterrizar, su aportación en un trofeo menor supone una excelente noticia a la espera de lo que dé de sí, que promete que será bastante, cuando suenen los tambores de guerra el próximo 28 de agosto. Las miradas están puestas en él por su variedad de recursos, por la riqueza atacante de un extremo que suma velocidad, desborde, precisión y un inevitable toque de sabor sureño a ese cóctel. Su segura titularidad, sin embargo, amenaza muy en serio con desplazar a Cani a un plano secundario. La fe de Víctor en el aragonés es incuestionable, pero ocupa los lugares que gustan a Ewerthon, y ahora mismo --y esto sí se apreció en Shanghai--, el brasileño despliega un abanico bastante más rentable y competitivo.

A Cani, quien ya tuvo que pugnar con Galletti en un duelo resuelto injustamente por Víctor a favor de El Niño cuando mejor estaba el argentino, le espera otra batalla por estar entre los principales del grupo, ésta mucho más dura que la anterior. Siendo un mediapunta, su destino han sido las bandas, donde ha pulido su disciplina y ha aumentado su capacidad de sacrificio a costa de reducir sus golpes de ingenio, maravillosos aunque aislados. Su competencia con Ewerthon es directa, y deberá multiplicar sus esfuerzos para seguir dejándose querer por un técnico que parece dispuesto a buscarle un hueco en sus planes. En China lo usó por un costado un día y al siguiente, por el otro. Pasó desapercibido, todo lo contrario que el brasileño Ewerthon.

En estos momentos, El Niño , que esperaba que éste fuera su año definitivo, el de la eclosión en la élite después de tres temporadas de promesas incumplidas o incompletas y de escuchar la riña de la afición en más de una oportunidad, asoma en el cartel lejos de los protagonistas. Va a tener que acumular mucha paciencia, la que le faltó el curso pasado cuando se presentó ante la prensa con el paso de la realidad cambiado para reivindicar un tiempo y una confianza de las que ya había dispuesto. Este hueso, Ewerthon, va a ser duro de roer porque su forma de desenvolverse en el campo descubre una reivindicación constante y activa por participar en el juego, por dejarse notar en todas las acciones importantes del partido. Tiene velocidad en las piernas y un fuerte arranque en el cambio de ritmo. Pero, sobre todo, posee agilidad mental, frenada para buscar la asistencia, precisión y listeza en la llegada como para asegurar media docena de goles. Le falta retorno defensivo y, en ocasiones, un excesivo recreo en el adorno, facetas que deberá mejorar en una liga donde la libertad de expresión vive habitualmente entre rejas.

El héroe del ascenso, la perla de la cantera, el talento en un estado aún demasiado puro por inconcreto tiene las bandas cerradas por dos brasileños que van por delante de él. Esta se anuncia como la última batalla de Cani, que no tiene por qué perderla si la afronta desde la madurez y la comprensión de que, muy posiblemente, desde su presumible condición de secundario puede ser más beneficioso para el grupo y para su evolución.

Lo previsto

China ha dejado pocos posos más. La constatación de que con César Sánchez hay portero en la portería, y el sorprendente por prematuro estado de forma de Alberto Zapater, quien a su privilegiada naturaleza ha añadido un mayor descaro en la dirección y una sobredosis de ambición y clarividencia al acercarse al área. Movilla, muy fresco y animado también en estos primeros compases, va a seguir contando con un escudero y con un jugador capaz de relevarle en el timón. Lejos de la primera alineación que se confeccionará para el estreno de Liga en el Vicente Calderón, se vislumbra que Víctor apostará por sus hombres de confianza, los de siempre con ese par de alternativas habituales en los laterales defensivos (Ponzio-Cuartero y Toledo-Aranzabal), y la segura presencia de Generelo en los encuentros de fuera de casa. Alvaro y Milito no tienen competencia en el eje de la zaga pese a la seriedad de Capi y el agradable descubrimiento de Gotor. El problema gordo a esta hora se localiza arriba. La propiedad de los extremos está adjudicada (Savio y Ewerthon), pero preocupa Oscar, muy desenchufado aún, mientras que Piti y Sergio García parecen delanteros animosos y de generoso derroche, aunque muy previsibles si no disponen de alguien que les barra el camino de obstáculos. Es éste un proyecto pendiente de un jugador. Se vio en China y en Marte. O llega ese delantero o el Real Zaragoza será un equipo elegante en la forma pero desnudo en el fondo.