En la literatura griega el viaje no tenía sentido sin la vuelta a casa. Paco Salillas ha completado esta vieja máxima con el regreso a su punto de partida, a su pueblo. A falta de la firma definitiva y con todo apalabrado, el Club Deportivo Alagón contará con Salillas la próxima temporada. El fichaje responde a las ganas del jugador de colgar las botas en el equipo de su tierra, "aunque trabajando como si estuviera en Primera, como he hecho siempre", asegura el propio delantero.

"Los años no pasan en balde", reconoce el de Alagón, "aunque yo estoy bien para seguir jugando. El año pasado marqué los goles más importantes del playoff con el Castellón. Incluso me ofrecieron la posibilidad de renovar". Al término de la pasada temporada, Salillas recibió importantes ofertas de varios clubes. Sin ir más lejos la SD Huesca, el Casetas y otros equipos de Segunda B le ofrecieron engrosar sus plantillas a cambio de una buena suma de euros. Sin embargo, él tenía muy claro su prioridad para esta temporada. "En Alagón tengo mi casa y mi propio picadero. Además, ya estoy cansado de los viajes, de las concentraciones y de los partidos. He perdido la ilusión por todo eso", admite el delantero. Salillas tiene en el pueblo una finca, a modo de cortijo andaluz. La construyó para disfrutar de una de sus aficiones, los caballos. Allí tiene todo lo necesario para cuidar de estos animales, desde las cuadras a una pequeña plaza de toros. Para él, ya es hora de sentirse en casa y disfrutar de la compañía de los suyos.

Algo más que cansancio

Se han conjugado un cúmulo de razones que han convencido al delantero a dejar la competición profesional. Una de ellas es su edad; con 37 años, a Salillas le encantaría seguir vinculado al fútbol una vez concluida su carrera deportiva. "Me encantaría abrirme un camino en el pueblo. Ocupar un cargo en el ayuntamiento como director del fútbol base de Alagón sería una buena opción", comenta el jugador. "Además, mi padre falleció hace tres meses y su máximo deseo era que terminara mi carrera aquí, con los míos".

Un viaje muy largo

El camino de Salillas ha sido largo, plagado de éxitos, pero también con momentos no tan buenos. Como en cualquier viaje de esta naturaleza se tenían que presentar obstáculos. Permaneció en el Real Zaragoza desde 1988 hasta 1992. "Cuando entró Víctor Fernández me tuve que ir del equipo de mi tierra", recuerda el delantero. Sin embargo, encontró la fortuna lejos de las orillas del Ebro. Después de dos años en el Celta de Vigo, inició su exitosa trayectoria en Segunda División, "una categoría a la que me adapté perfectamente y en la que he triunfado gracias a un trabajo constante y a mucho esfuerzo. Esta ha sido la base de mi éxito". En el Lleida marcó 28 goles en dos años antes de pasar al Villarreal. En este equipo estuvo dos temporadas y media. En una de ellas consiguió el ansiado ascenso de este ambicioso club a Primera División.

Sin embargo, fue en el Levante donde cosechó sus registros goleadores más espectaculares. En la temporada 1999-00 se alzó con el Pichichi de la categoría de plata gracias a los 20 goles que convirtió con el equipo de José Carlos Granero. Tras sumar 17 goles el siguiente año, pasó al Castellón donde también sumó un buen número de dianas y rozó un nuevo ascenso. Ahora vuelve a casa, con la cabeza bien alta y sabiéndose triunfador. Tal y como reconoce Antonio Sanz, amigo y ahora presidente del jugador. "Todas las vacaciones le comentábamos la posibilidad de que se retirase aquí. Este año va a cumplir su promesa. Además, con él aspiramos a hacer una buena campaña y a ilusionar a los aficionados". Sin lugar a dudas, será un orgullo para la afición cantar los últimos goles de Salillas.