En un viaje relámpago desde Francia a Barcelona, Samuel Umtiti firmó el contrato que tanto esperaba. Ese que le ubica en el segundo nivel salarial de la plantilla, con un sueldo de megaestrella, acorde a lo que él reclamaba, y con una cláusula de rescisión de 500 millones de euros que le equipara a pilares del Barça como Piqué y Sergi Roberto. Messi, obviamente, vive en otro mundo, con un precio de salida tasado en 700 millones, lo que le hace prácticamente inalcanzable, como le ocurre ahora al defensa francés, de 24 años.

Tenía un precio de 60 millones, algo demasiado tentador para cualquier gran club europeo teniendo en cuenta cómo anda el mercado de centrales y asumiendo el Barcelona que su fichaje (pagó hace dos veranos 25 millones al Olympique de Lyón) fue una verdadera ganga, una vez comprobado su excelente rendimiento. Y de 60 pasa a 500, casi nueve veces más. Aprovechó el central el permiso que había concedido Didier Deschamps, el seleccionador francés, a sus jugadores, se presentó en el palco del Camp Nou, estampó su rúbrica en el nuevo documento contractual y volvió a su país para preparar con ilusión su primer Mundial, el de Rusia.

«Me siento muy feliz, como en casa. No me podía ir de aquí», declaró el central, que ha cautivado a todos por su rendimiento. «Umtiti tiene una cláusula de 500 millones. A nadie se le ocurrirá venir aquí a por él», pregonó orgulloso Josep Maria Bartomeu. «Sin Samu, este equipo no sería lo mismo. Y él lo sabe. Lo necesitamos», añadió el presidente.

Aún no se sabe si estará en la foto del nuevo póster Antoine Griezmann, la estrella del Atlético, con quien comparte concentración en la selección. «Hablo mucho con Antoine. Y de todo. De Play Station, de comida... Pero de este tema, no... Si él quiere venir aquí, será fantástico», aseguró Umtiti, recordando «no estoy aquí para hablar de Antoine ni de Dembélé».