La sentencia de ayer del Tribunal de Arbitraje Deportivo de Lausana en la que da la razón al Shakhtar en su demanda contra la FIFA y declara nula la decisión del Comité Disciplinario del máximo organismo del fútbol de no continuar con el procedimiento sancionador contra el Zaragoza por Matuzalem no es una buena noticia para el club. Primero, porque un caso que estaba totalmente cerrado se reabre por mandato jurídico. Y, segundo, porque donde ya nada podía ocurrir ahora puede volver a pasar.

Que quede claro, la sentencia no obliga al Zaragoza a abonar los 13,8 millones de euros que solicita el Shakhtar. Eso es lo que pretendía, pretende y pretenderá el equipo ucraniano mientras tenga posibilidad de reclamarlo. Como hasta ahora, el club se cobijará debajo de la Ley Concursal española, superior en rango a cualquier norma deportiva. El Shakhtar cobrará dentro del calendario de plazos y en las cantidades estipuladas. Ese es el argumento protector en el que se resguarda la SAD con la seguridad de quien tiene la ley de su lado.

El problema con este caso no es ese. Son las secuelas que puede dejar a medio plazo. Aquello de que arrieros somos y en el camino nos encontraremos. Ejemplos hay muchos, aunque sean por motivos distintos. El Mallorca, el último. No hay caso que dure mil años y el de Matuzalem tampoco lo hará. Pero que se haya reabierto no es bueno para el Zaragoza.