En ocasiones se dice que un escollo en el deporte escolar no son los clubs, los árbitros o los propios jugadores. Son los padres y por ello el Gobierno de Aragón publicó un programa dedicado a ellos. En algunas ocasiones los progenitores se toman atribuciones que no les corresponden o generan unas actitudes en la grada que no son nada modélicas.

Pero hay otro ejemplos en el que son un modelo. Es el caso del Club Fútbol Sala 99, que pertenece al colegio zaragozano de Dominicos. Sara Merino, que es la nueva coordinadora, fue una de las piezas fundamentales del despertar de un deporte que estaba dormido. Merino siempre ha estado vinculada a este colegio. Fue jugadora juvenil. "Trabajo en el comedor del cole y el año pasado entrenaba a los benjamines y a los niños de iniciación y de escuela. Los padres me veían a todas las horas por el colegio. Se quejaban de cómo iba la cosa y decidimos darle una vuelta a la sección", afirma Merino.

Desde que dejó Rubén Cajo la coordinación hasta ahora el fútbol sala ha dado un giro de 180 grados. "Ahora los padres están volcados e integrados. Colaboran y no se meten en el terreno de los entrenadores". El ejemplo más palpable fue el Torneo Cardenal Xavierre que se disputó hace dos fines de semana. "Fue espectacular. Otros años no hemos involucrado a los padres, los entrenadores llevábamos las riendas del torneo y estábamos quemados porque lo hacíamos todo cuatro. Este año hemos tenido de los padres una gran colaboración. El domingo por la mañana la barra del bar la llevaron ellos y fue genial". Los propios padres disputan sus partidos los martes por la tarde. "Se juntan y juegan partidos. Están tan motivados que parece que juegan una final de Champions. Después se relajan y se toman una cerveza", explica Eduardo Sierra, el vicepresidente del Club Fútbol Sala 99.

Técnicos

Reconocen que con el cambio de junta directiva todo ha ido para arriba. Otra clave son los entrenadores. En su gran mayoría han estudiado en el colegio. Pero hay un pero. La ausencia de chicas. Sara Merino es la única mujer en la sección junto a la pequeñita María Luisa, que tiene cuatro años. "Es una espina clavada. El balonmano ha conseguido la colaboración de colegios cercanos, pero nosotros lo vemos super difícil porque aquí las chicas hacen mas baloncesto y gimnasia rítmica", dice Eduardo Sierra.

El vicepresidente confiesa que el tsunami del balonmano en el colegio, con la mejor cantera de Aragón en la actualidad, no afecta al crecimiento del fútbol sala. "El principal rival es el fútbol once. Es lo que vende. El balonmano ha hecho una estructura semiprofesional por no decir profesional y tienen una buena infraestructura económica, han dado un paso de gigante y no podemos competir con eso. Nuestro objetivo no es quitarles niños al balonmano", dice Sierra.

Con los nuevos aires del club se ha acercado la entidad a los niños y a los padres. Los resultados sobre la cancha no se han hecho esperar. "Los resultados han sido buenos, salvo en la categoría nacional juvenil, donde éramos los novatos. El equipo alevín ha sido campeón de Liga en la serie 1. Hay muchas esperanzas en este equipo", indica Sierra. Este año la cantera zaragozana se mueve con 110 jugadores y ocho equipos. Merino resalta la eclosión de la escuela. "Ha sido increíble puesto que hemos pasado de 13 a 26 niños. Tienen cuatro y cinco añitos. Solo entrenan y los fines de semana disputan partidos amistosos". Sobre las instalaciones, Merino dice que "tenemos una cancha descubierta y el pabellón. Lo tenemos jorobado porque estamos el fútbol, básquet y balonmano y nos las tenemos que ingeniar. Todos ponemos de nuestra parte".

Sobre la filosofía de la sección, Merino afirma que "estamos entre la espada y la pared. Somos un club, pero pertenecemos a un colegio. Formamos a los niños como futbolistas y como personas. En las edades más pequeñas se mira mucho el trabajo en equipo. Hay que enseñarles a competir, porque al niño le gusta ganar todos los sábados. Que se pueda o no, dependerá de su trabajo toda la semana", concluye Sierra.