Tuvo tiempo de recrearse y dedicar la victoria a su amigo. Tuvo tiempo de pensar en él, sin creer todavía si era una realidad o una pesadilla la noticia que el sábado despertó a todo el pelotón. «¡Va por ti, Scarponi!». Ni eran del mismo país ni habían corrido en el mismo equipo. Pero Michele Scarponi, muerto atropellado por una furgoneta mientras entrenaba, mientras daba en su pueblo las últimas pedaladas antes de partir a la concentración de su equipo para preparar el Giro, tenía amigos por todas partes. Y Alejandro Valverde era uno de ellos. Al amigo desaparecido dedicó su cuarta victoria en la Lieja-Bastoña-Lieja.

Ganó con un control absoluto y dando la sensación, como el miércoles pasado en la Flecha Valona, de que la victoria era fácil, cosa de coser y cantar, pero conocedor de que volvía a hacer historia, de que él es historia, una historia afortunadamente interminable en cuanto a éxitos y victorias en la vida contemporánea del ciclismo del siglo XXI. El martes cumple 37 años y todavía tiene dos años más de contrato --por ahora-- con el conjunto Movistar. Dos oportunidades para igualar y quién saber si superar el récord de cinco victorias en Lieja que tiene el más grande de todos cuando se habla de gestas, hazañas, mitos y conquistas de un ciclista: Eddy Merckx, 'El Caníbal'.

Momento durísimo, @alejanvalverde emocionado tras ganar la Lieja-Bastoña-Lieja y dedicando la victoria Scarponi y su familia. pic.twitter.com/uxN9r4VkKY

— Eurosport.es (@Eurosport_ES) 23 de abril de 2017

Valverde hace fácil lo imposible, consigue vaya donde vaya que siempre sea favorito, el corredor del que todos están pendientes; ayer, hoy y afortunadamente siempre. A la Lieja-Bastoña-Lieja, nacida en el siglo XXI y crecida en el XX, se la conoce como 'La Decana', la más antiguas de cuantas carreras de un día existen en el mágico mundo del ciclismo, más vieja que la París-Roubaix, que todas.

UN COLOR ESPECIAL

Por eso, ganar en Lieja tiene un color especial. Y hacerlo por cuarta vez, como Valverde, no digamos. Y si encima, el vencedor llega a la meta emocionado, levanta los dedos hacia el cielo para dedicarle la victoria a su amigo desaparecido, y cuando se acerca a la zona mixta, habla ante la señal internacional de televisión y confirma que el triunfo es para Scarponi encima se emociona, es entonces cuando se ponen los pelos de punta. "Scarponi era mi amigo. El sábado cuando me enteré de su muerte me quedé helado y por eso quiero entregar a su familia los premios de esta carrera".

Un gesto humano, uno más del corredor al que cuando tenía 18 años llamaban 'El Imbatido'. Ahora dobla la edad a ese prometedor chaval del que nadie tenia dudas de que iba a ser una figura. Pero Valverdetiene cuerda para rato y suficiente amor al ciclismo como para igualar las gestas de Merckx en Lieja.