La Romareda, una plaza todavía exigente donde la haya, sobre todo antaño, es soberana, justa y sabe reconocer el esfuerzo, incluso por encima del resultado. Ayer se identificó con su equipo. No ganó, pero lo mereció mucho más que un Granada que tuvo una ocasión regalada y que se limitó a intentar mantener el resultado, como un equipo más de Segunda, sin alardes de un conjunto que desea volver ya a Primera División. Y el estadio lo agradeció. El Zaragoza arrancó mal, plano, sin ideas e incluso aburrido. Sin hacer nada del otro mundo, el Granada se encontró una falta en la frontal que Pedro, pitado en los primeros instantes, se encargó de marcar. El karma volvió a atacar. Los de Natxo González comenzaron a despertar pasada la media hora de juego y las continuas llegadas tuvieron al fin su premio con un penalti recibido por Borja Iglesias que él mismo transformó.

Sorprendió el técnico en el once inicial con un trivote, una variante táctica que no había probado más que en el bolo del pasado miércoles en Morata. El Real Zaragoza salió al césped tocando sin avanzar, especulativo y a ver qué pasaba con Zapater por delante de la defensa, Eguaras apoyando en el interior zurdo a Pombo y con Javi Ros, que tuvo que suplir el hueco dejado por Buff en el flanco derecho por actuar en el centro, su sitio natural. El damnificado fue, sorprendentemente, Febas, pero el buen partido del helvético evidenció que debe jugar en el medio y no en la banda.

No funcionó el plan hasta que el Granada dio un paso atrás e invitó al Real Zaragoza a acercarse a su área. Hasta entonces, nadie quiso proponer. El conjunto aragonés aceptó la invitación a la media hora y se fue para arriba olvidándose de la rigidez táctica para dar paso a la soltura, a la liberación y al corazón.

Los primeros acercamientos fueron nazarís, sin mucho peligro, cuyos protagonistas fueron Espinosa y Joselu. El fútbol, como repitió ayer Natxo González, «es un juego de errores» y, en esta Segunda División tan pobre en fútbol a veces, aprovecharlos es primordial. En el minuto 17, Borja Iglesias cazó una mala cesión de Álex Martínez para Javi Varas, pero el mano a mano lo sacó el guardameta visitante. Cinco minutos después, el fallo llegó en el otro lado y, a diferencia del error del rival, este acabó en la jaula. Eguaras hizo un pase demasiado corto hacia Jesús Valentín, quien decidió recular ante Espinosa y finalmente cometió falta en la frontal. Pedro, con astucia, lanzó raso ante el salto generalizado de toda la barrera. 0-1 y vuelta a las dudas.

PASO ATRÁS Y REACCIÓN

El Granada aprovechó la única ocasión clara que tuvo en todo el partido, una película ya conocida por la parroquia zaragocista. Conformado con el resultado, comenzó a recular y a esperar. Entonces emergió por fin la figura de Buff, que dio el paso al frente necesario para ofrecerse, combinar y dar fluidez al juego zaragocista. Antes del descanso, Eguaras y Borja Iglesias probaron suerte, pero sin puntería.

En la segunda mitad mejoró notablemente el Real Zaragoza y ofreció una versión mucho más alegre y vertical. Por fin el conjunto aragonés se pareció al ideal de Natxo González. No se sufrió en defensa, se elaboró rapidez y los laterales se parecieron a los correcaminos del Reus. Alberto Benito y Ángel subieron, bajaron, tocaron, regatearon, centraron e inquietaron mucho a sus adversarios.

Borja Iglesias y Pombo, tras un buen pase picado de Eguaras, avisaron a un Javi Varas que fue el mejor del Granada. Así hasta que en el minuto 69, el enésimo agarrón, cometido por Germán a Borja acabó en penalti.

El ariete empató tras engañar a Javi Varas en la pena máxima y, desde entonces, el portero se hizo gigante y desbarató todo el peligro. En el último cuarto de hora, el conjunto aragonés fue un vendaval. A ello ayudó la salida al césped de Febas y Toquero, dos secundarios de lujo que fácilmente podrían tener un papel protagonista próximamente.

Tras una ocasión de Ángel después de una galopada, una contra conducida por Buff terminó en los pies de Toquero en la izquierda. El vasco, tan peleón como siempre, se plantó delante de Varas algo escorado y estrelló el cuero en el palo derecho.

Dos minutos más tarde, el Granada se quedó con diez por doble amarilla a Baena. Zapater ejecutó la falta con maestría, pero el portero voló y la madera volvió a ayudar. Después, Papu lo intentó tímidamente, igual que Toquero de cabeza y desde la frontal. Así, el Zaragoza sumó su primer punto, quizá insuficiente por ser en casa, pero el conjunto aragonés mejoró y mereció ganar. Con esta versión, sí.