Nunca ha sido la especialidad de Víctor Muñoz como entrenador el manejo de vestuarios, de un grupo lleno de egos como siempre es cualquier plantilla de futbolistas profesionales. Un entrenador siempre acaba por desgastar con el paso del tiempo las relaciones con sus futbolistas porque los intereses de unos y de otros chocan en ocasiones y porque el tiempo siempre produce ese efecto, pero en el caso de Víctor Muñoz esa erosión suele llegar antes y para el actual Zaragoza ha llegado demasiado pronto pese a la estupenda labor conciliadora que ejerce Raúl Longhi, que siempre ha tenido esa función en los muchos años en los que ha trabajado con Víctor.

El entrenador zaragozano aprieta siempre a sus jugadores, es intenso en cada sesión y, sobre todo, no tiene su especialidad en las relaciones públicas --lo que más lo notan son los jóvenes que tiene a sus órdenes--, ni acostumbra a regalar los oídos a nadie. Esa exigencia máxima siempre supone un desgaste y Víctor, desde que comenzó el curso, ha cometido otro error de los que no suele gustar en las plantillas: ha señalado en público, en ruedas de prensa, fallos de jugadores. Y también lo ha hecho en privado, en la intimidad del vestuario, aunque de forma más abrupta. Rubén, en Albacete en la Copa del Rey, sería uno de esos casos. El central, además, fue relevado contra el Racing al principio de la segunda parte tras una mala actuación.

Sería injusto y exagerado decir que el vestuario está en armas contra su entrenador, que desea su destitución. Eso no es verdad, pero no es menos cierto que el ambiente no es el mas propicio. Y esa tensión es mayor cuando no llegan los resultados, como ahora. O una cosa está íntimamente ligada a la otra.

Un caso claro es el de Borja, Pichichi con nueve dianas y que ahora acumula tres jornadas sin marcar, con un flojo rendimiento y con dos ocasiones falladas claras, ante Betis y Numancia, que hubieran podido traer mejores resultados y una reducción de la tensión. Borja, en lo más álgido de su racha goleadora, fue señalado más de una y más de dos veces por el entrenador por su escasa implicación defensiva. Que los dos primeros goles que marca esta temporada, ante Sabadell y Alavés, fuera a celebrarlos con Longhi no ofrece buenas vibraciones con el entrenador.

Por ejemplo, Víctor señaló a Borja tras el partido contra el Sabadell, cuando se quedó clavado en el córner que originó el empate. Ahí, sin nombrarlo, pero antes del partido ante el Sporting sí lo nombró. Al entrenador se le preguntó por Willian y él habló de un Borja que entonces llevaba cuatro jornadas seguidas marcando. "Hay que trabajar más defensivamente, también Borja, que tendría que implicarse más", dijo. La especialidad del ariete, y menos aún en las últimas jornadas, no es el trabajo, pero en Gijón y antes del descanso cuando Fernández vio la roja el que se marchó fue Borja, muy enfadado.

También señaló a Whalley en el error del primer gol ante el Betis, aunque no lo hizo el sábado tras el fallo del meta en Soria, mucho más garrafal. A Galarreta lo sienta en Soria tras lanzarle un aviso sobre su adaptación al equipo el viernes pasado. Y después están las decisiones que toma un entrenador y que no siempre se entienden desde los jugadores. Eldin se queda en el banquillo en Gijón tras ser uno de los destacados en las citas anteriores, Jaime ha desaparecido del once, Álamo y Fernández, que siguieron en el club en verano tras pedirlo Víctor, ya no son titulares...