Aitor era una buen aficionado a hacer montañismo invernal. El pasado fin de semana se animó junto a cuatro amigos de la localidad guipuzcoana de Andoain para hacer un tresmil del Pirineo aragonés. Cogieron los coches y se encaminaron el sábado a primer hora de la mañana hacia el valle de Ordesa. El objetivo era el Monte Perdido, el tercer pico más alto del Pirineo con sus 3.355 metros.

Pernoctaron en el refugio de Góriz. Había bastante animación puesto que esa noche iban a descansar en esta instalación montañera una treintena de personas. Tras una animada velada se fueron a las literas. El dia siguiente emprendieron la marcha a las seis de la mañana en unas condiciones perfectas de nieve y tiempo. "Este invierno ha nevado poco. Prueba de ello es que en Góriz tenemos sólo 50 centímetros de nieve y no hay en el fondo del Circo de Soaso", afirma Endika Uriondo, guarda de Góriz desde hace dos años.

"La mañana era ideal para subir al Monte Perdido. No había que dar una patada para clavar los crampones en la nieve", dice Uriondo. La cordada de cinco montañeros subió poquito a poco hacia la cima por la vía normal con su equipo en el que eran fundamentales el piolet y los crampones. En algo más de tres horas alcanzaron el lago helado, a 2.900 metros.

Tramo final

Sólo les quedaba acceder al corredor final hasta la cima que es una cantalera de piedras en verano y que está cubierta por la nieve en invierno. "Desde el lago helado, el Monte Perdido se eleva a nuestra derecha. La canal de acceso es evidente y es aquí donde tenemos que extremar las precauciones", explica la Guía del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido publicada por la editorial Pirineo.

Prosigue la descripción. "El corredor está protegido por unas bandas rocosas a cada lado, y está escorado hacia la derecha; pero ¡atención!, hay una falla a dos tercios de altura de la pared que nos protege de los precipios de la cara Sur: La Escupidera" .

La cordada vasca estaba a menos de media hora de la cima, a punto de culminar el corredor a 3.200 metros de altitud, pero Aitor perdió el control y se cayó a un precipio de 60 metros a su izquierda. Eran las diez y media y La Escupidera se cobraba otra víctima. "Es difícil saber lo que le ocurrió a Aitor. Los compañeros me dijeron que le vieron cansado. No se si le pudo dar un mareo", dice el subteniente Alejandro Monjas, que pertenece al Grupo de Montaña de la Guardia Civil de Boltaña que dirigió el rescate.

"En ese tramo en importante saber autodetenerte con el piolet antes de caerte al precipicio. Además, hay poco espacio para poder reaccionar", afirma Uriondo. Sin experiencia mediana en montaña, lo mejor es no embarcarse por la temida Escupidera . "Si la nieve es cristal, hay muchos que se dan la vuelta y no quieren ponerse en peligro. Hay que saber utilizar a la perfección los crampones y el piolet. No sirve de nada ir encordados por este corredor, puesto que si cae uno, arrastra a los compañeros", explica el guarda de Góriz.

La Escupidera es el punto negro del Pirineo, el lugar donde más personas han muerto en los últimos años. "Llevo trabajando en Boltaña 32 años y creo recordar que ha habido en este tramo más de 60 muertos", dice Monjas, que explica que "va mucha gente al Monte Perdido durante todo el año. Sólo conozco a dos o tres personas que se hayan librado de la muerte al caer por el precipicio y quedaron parapléjicos", apunta Monjas.

La mayor parte de las muertes de La Escupidera se producen bajando. "Están terminando la actividad, cansados y pierden reflejos. Se despistan y caen al vacío", dice Monjas. El rescate de Aitor se vio dificultado por el viento que tuvo que sufrir el helicóptero de la Guardia Civil. A las tres de la tarde del domingo pasado el cadáver ya estaba en el depósito de Boltaña.