A Santillana del Mar, de donde parte la trascendental contrarreloj de hoy (32 kilómetros), se la conoce como la ciudad de las tres mentiras: ni es santa, ni es llana, ni tiene mar. Y en estos tres términos se inscribe una etapa contra el cronómetro que acaba en Torrelavega y que puede marcar más diferencias que la montaña entre los seis primeros de una Vuelta muy igualada.

Simon Yates ha demostrado en estas dos primeras semanas de Vuelta que es un corredor agresivo, pero también cerebral. No ataca a lo loco pero, a la vez, tampoco ha logrado marcar las diferencias que consiguió en el Giro hasta que se hundió en la fase final de la carrera. La gran duda es saber si aguantará el altísimo nivel o, agotado, fallará como en Italia. 25 segundos, en Granada, ha sido la máxima diferencia que le ha sacado a Valverde en la montaña.

Alejandro Valverde es el favorito hoy entre los seis primeros de la general. «No me viene mal la contrarreloj, pero tampoco soy Induráin». Debe superar a los rivales colombianos, aunque no puede olvidar que en una crono similar, en el Giro, Yates solo perdió 1.15 minutos ante todo un especialista como es Dumoulin. Vive además en el debate por saber quién es el líder del Movistar.

Nairo Quintana corre lamentablemente tocado por sus dudas en el Tour. Desde que ganó la Vuelta en el 2016 no ha recuperado la alegría de antaño. No tiene la frescura de unos ataques que maravillaron al planeta ciclista. Depende demasiado de Valverde y si hoy falla en la contrarreloj debería ponerse al servicio del ciclista murciano.

Colombia es una fuente inagotable de nuevos talentos, hasta el punto de que ahora es una de las grandes potencias en este deporte y en todos los terrenos. Miguel Ángel López, con 24 años, es el prototipo de escarabajo de siempre, de los que maravillan con sus ataques en la montaña, tal como demostró ya la temporada pasada al sentar a Alberto Contador en Sierra Nevada. Su futuro depende de que no salga muy tocado de la contrarreloj. Quizá su punto débil.

Se podría decir que Steven Kruijswijk, de 31 años, siempre va a su bola. Subiendo, unas veces prefiere ir delante marcando (su) el ritmo y otras detrás pero sin perder la referencia visual del resto de favoritos, como sucedió en Covadonga. En forma, no es mal contrarrelojista. Por último, Enric Mas es de los seis primeros de la general el único que no aspira a ganar la Vuelta. Está aquí para seguir aprendiendo y para demostrar la extraordinaria elegancia en la montaña que atesoran sus piernas. No lo hizo nada mal en la crono inicial de Málaga por lo que en Torrelavega debería destacar. Para este mallorquín de 23 años alcanzar el podio sería un sueño. Pero con lo que ha hecho en lo que se lleva de Vuelta ya ha abierto una puerta a la esperanza ciclista. Es el escalador del futuro español.