Fue un acto corto y emotivo. Paola Mercadal, una histórica del baloncesto femenino aragonés, una jugadora de equipo querida por todos, se despedía entre sollozos. La pelirroja se sentó frente a una sala repleta de personas vinculadas al básquet. A su derecha Javier Sierra, el presidente del Stadium Casablanca y a la izquierda Carlos Navarro, el delegado de la sección de baloncesto. Como telón de fondo el pabellón Eduardo Lastrada de la entidad zaragozana.

La expectación era enorme en las instalaciones del Stadium Casablanca. Pese a que era un día laboral, no faltó casi nadie. Allí estaba su amiga Pilar Valero, directivos como Luis Estiragués y José Antonio Calvo, técnicos como Jesús Gutierrez, el nuevo entrenador del Mann Filter o Carlos Lanau y el médico Rafa Gascón. No pudo acudir uno de sus personas más queridas. Álex Cebrián la preparó durante siete años, el último de ellos la pasada temporada en la Liga Femenina. Ni su amiga del alma Paula Palomares. Pero no faltó ni una de las niñas que entrena en el Casablanca. Ni Carlos, el niño de Paola, que era llevado en brazos por Jesús, su marido.

Tras las palabras de Javier Sierra y de Carlos Navarro, llegó el momento de la despedida del básquet de élite para Mercadal. Han sido 24 años que comenzaron en un equipo benjamín de Santa Rosa. Desde su privilegiado mirador Mercadal ha formado parte de entidades como el Banco Zaragozano, Cajalón, El Olivar, Filtros Mann, con el que jugó la final de la Copa de la Reina, y los últimos seis años en el Stadium Casablanca.

Humildad

Paola nunca fue una estrella, pero era la perfecta jugadora de equipo trabajadora, modesta y humilde. Su discurso duró menos de dos minutos. "Dejo el baloncesto puesto que ahora le voy a dar prioridad a la familia. En diciembre tendré mi segundo niño", comenzó Mercadal. Después tuvo unas palabras de agradecimiento a sus entrenadores. "Han sido Fernando Abad, Carlos Iglesias, Carlos Pardo, Juan Corral, Pedro Martínez y Álex Cebrián". Cuando nombró al fallecido Carlos Pardo, se derrumbó por primera vez y lloró.

Después dio gracias al cuerpo técnico del Casablanca, por su trabajo en la sombra, y a los directivos. Después se acordó de su familia y cuando nombró a su marido volvió a emocionarse.

Se aproximaba la hora del final para la histórica alero zaragozana de 33 años. "Sobre todo quiero dar las gracias al baloncesto zaragozano. Al Stadium Casablanca, que ha sido mi casa. ¡Y gracias a todos!". Después llegó un sonoro aplauso en la sala que simbolizaba la ovación de todos los aficionados zaragozanos al baloncesto femenino. Fue entonces cuando Paola rompió a llorar por tercera vez.