El exjugador ruso llegó al Real Zaragoza en el verano de 1996 con solo 20 años pero, a pesar de su calidad, no pudo triunfar aquí. Estuvo hasta junio del 2000 en el club aragonés, pero durante ese periplo también actuó cedido en el año 1999 en el Dinamo de Moscú. Vladislav Radimov, que recuerda con cariño su etapa como zaragocista, alcanzaría luego sus mayores éxitos deportivos en el Zenit de San Petersburgo, su lugar de nacimiento. Ahora entrena al filial del Zenit.

--Todavía sigue en el cuerpo técnico del Zenit de San Petersburgo.

--Ahora estoy entrenando al filial. Tenemos los mismos partidos que el primer equipo, pero jugamos un día antes que ellos. Los jugadores de este equipo tienen entre 16 y 20 años. En nuestro caso casi todos son de San Petersburgo y proceden de una academia de fútbol que tenemos. En nuestra Liga también hay 16 equipos y normalmente se disputan los partidos los sábados. Trabajar con los chavales me gusta mucho.

--Pero antes no había estado de director deportivo.

--Antes había ayudado viendo jugadores y también colaborando en la parcela técnica del Zenit, pero ahora estoy centrado en mi trabajo con los chavales. Dedico mi tiempo a este equipo, porque es mejor hacer una cosa bien que muchas a medias.

--¿Les habla a sus jugadores de su etapa como jugador del Real Zaragoza?

--Seguro que alguna vez les habré comentado algo. Les digo lo que tienen que hacer para ser buenos jugadores y buenas personas. De eso modo no cometerán los errores que yo pude cometer durante mi carrera. Me gusta hablar mucho con ellos y también trabajar duro. No les habló solo del fútbol si no también de las cosas de la vida. Noto que ellos me quieren y que entienden mi mensaje. La confianza entre entrenador y jugadores siempre es importante.

--¿Y cómo recuerda esa etapa con el paso del tiempo?

--Yo pase una buena época en España, aunque no llegué por ejemplo al nivel de Mostovoi o de Karpin (ambos jugaron en el Celta), pero tuve la oportunidad de estar en un club muy grande, como el Real Zaragoza. Eso lo tengo muy claro. Además tengo una hija nacida en Zaragoza y siempre recordaré mi etapa allí con un gran cariño.

--Pero no consiguió rendir al nivel que se esperaba de usted.

--Tuve partidos malos y buenos, pero conseguí triunfar como persona. Llegué muy joven y aprendí muchas cosas. En la vida no todo es el fútbol. Allí hice muchos amigos y aprendí un idioma que luego me ha ayudado en muchas facetas de la vida.

--¿Y deportivamente por qué no pudo triunfar?

--Llegué con solo 20 años y con mi pareja embarazada, además nunca había salido de mi país y no sabía nada del idioma. Era una situación complicada y supe salir adelante. Por eso digo que conseguí triunfar en Zaragoza como persona. Yo fui feliz con mi vida en Zaragoza, aunque si fuera ahora es posible que hubiera ido un más más tarde, con 22 o 23 años por lo menos.

--Pero usted ya era internacional con Rusia y tenía muy buenos fundamentos técnicos

--No me salieron las cosas bien del todo en cuanto al fútbol se refiere, pero estoy muy contento de mi etapa allí. Quizás me falto un poco de paciencia y tener mayor capacidad de sufrimiento. A veces, cuando me quedaba en el banquillo, me calentaba porque quería jugar siempre. Eso es de lo único que me arrepiento de mi etapa en Zaragoza. Recuerdo que en alguna ocasión los aficionados también corearon mi nombre y eso querrá decir que también hice algunas cosas bien

--Y en uno de esos calentones tuvo un enfrentamiento en el vestuario con Luis Costa, que no contaba habitualmente con usted.

--Tuve una fuerte discusión con Luis Costa en campo del Novelda en un partido de Copa, pero prefiero acordarme de las cosas buenas. Malas hubo muy pocas. Ahora puedo recordar aquel incidente con Costa con una sonrisa y eso siempre es muy bonito. No es normal lo que hice, pero entre Luis Costa y yo no hay ningún problema. Luego, en alguna de mis visitas a Zaragoza, estuve hablando con él en el club y aquello ya está olvidado.

--Además en aquella época el Zaragoza tenía un buen equipo.

--Es cierto que teníamos buenos jugadores. Deportivamente me hubiera gustado hacer mejor las cosas, pero también aprendí muchas cosas que luego me ayudaron a mejorar como jugador y como persona.

--Pero como jugaba poco lo cedieron incluso un año al Dinamo de Moscú.

--Tampoco fue uno año del todo bueno para mí. Además entonces se vivieron unos años difíciles en Rusia por la problemática con los terroristas chechenos y en cuanto pude me volví con mi familia a España. Recuerdo que hasta teníamos que estar de vigilancia en las casas por si veíamos algo raro, pero de eso cualquiera puede informarse en internet. Es un asunto del que prefiero no hablar mucho.

--Después, tras pasar por el Levski Sofía y el Samara, fichó por el Zenit y allí vivió sus mejores temporadas, pero se retiró pronto.

--Me retire con 33 años. Después de ganar la Copa de la UEFA y la Supercopa podía haber fichado por otro equipo, pero preferí retirarme en el Zenit. Podía haber ido a otro equipo de menor nivel a ganar dinero fácil, pero no quería arrastrarme por los campos. Además tuve problemas en un tobillo. Los futbolistas ganamos bastante dinero durante la carrera y no hay que engañar a la gente cuando ya no puedes rendir a tu mejor nivel. Soy el jugador que más veces ha llevado el brazalete de capitán en el Zenit y eso para mí es un orgullo.

--¿Y ahora sigue al Zaragoza?

--Claro. Siempre seré del Real Zaragoza, aunque en las últimos años lo estemos pasando mal. El Zaragoza siempre ha sido un equipo importante en España y volverá a serlo. Ahora no tiene dinero para fichar mejor.

--Además tendrá información de primera mano a través de su amigo Alberto Belsué.

--Con Belsué estoy siempre en contacto. La fortuna quiso que Dios me ayudara a encontrarme en la vida con una persona como él. Me ayudó mucho. Lo único que puedo recriminarle es que hace diez años me dijo que alguna vez vendría a San Petersburgo y aún no lo ha hecho.

--Dice que ahora es el entrenador del filial del Zenit. ¿Su idea es convertirse en técnico de Primera División?

--A mi me gusta trabajar con la gente joven y ahora mismo no tengo la intención de ser entrenador de un primer equipo. Me gusta estar con los chavales y, de momento, estoy totalmente centrado en esto.

--Pero puede llegar un momento en el que tenga otro tipo de ambiciones.

--Nunca se sabe lo que te puede deparar el futuro, pero ahora mismo tengo la impresión de que no voy a ser entrenador de un equipo profesional. Estoy muy a gusto con la gente joven. Trabajar con chavales de 16 a 20 años es bonito y estoy contento con lo que hago.

--¿Y si en algún momento le dijeran de venirse a trabajar con la cantera del Real Zaragoza?

--Es algo que nunca he pensado. Tengo toda la familia aquí y no es sencillo que me pueda ir a España. A mi familia y a mí nos gusta mucho España, pero nosotros tenemos nuestra vida en San Petersburgo.

--Además ahora hay muchos excompañeros suyos que están en el organigrama de la Ciudad Deportiva. ¿Mantiene contacto con ellos?

--Suelo estar en contacto con Xavi Aguado y también con Santi Aragón. Recientemente estuve hablando con Paco Jémez, que está realizando una gran campaña con el Rayo Vallecano. Siempre es bonito que le salgan las cosas bien a gente que ha jugado contigo. Además no hace mucho tiempo Aguado me mandó con un amigo suyo el vídeo del famoso partido del penalti y expulsión contra el FC Barcelona. Lo del Rafa no me jodas se va a recordar mucho tiempo y yo estuve en ese partido. Tengo tantos recuerdos de allí que Zaragoza siempre estará en mi corazón.

--¿Y con las personas del club también tiene contacto?

--Sí, claro. En junio suelo ir a España a pasar algunos días de vacaciones y siempre vamos a Zaragoza. Cuando estoy allí siempre hago una visita al club. No en vano sigue estando gente como Paco Checa y otras personas que ya había cuando yo fui jugador del Zaragoza. En una de esas visitas tuve la oportunidad de hablar con Luis Costa y recordamos con una sonrisa lo sucedido en Novelda.

--¿Si viene cada año por Zaragoza también habrá tenido la oportunidad de comprobar si la gente le recuerda todavía?

--Aunque han pasado muchos años he podido comprobar que la gente se acuerda de mí. En una de mis últimas visitas estaba paseando por la plaza del Pilar y cuando estábamos pasando cerca de un bar mi mujer y yo salió un camarero y me pidió un autógrafo. Fue algo que me sorprendió mucho y que a la vez me hizo mucha ilusión, porque ha pasado mucho tiempo desde que jugué en el Real Zaragoza. Mi mujer me dijo en plan de broma que cuando vio al camarero venir hacia nosotros pensó que era porque me había olvidado de pagarle en alguna ocasión. Además en el pasaporte de mi hija mayor pone que nació en Zaragoza y eso es algo que nunca se olvida.

--Según usted en lo único que no le ha cumplido su amigo Alberto Belsué es que todavía no ha ido a visitarle a San Petersburgo, pero quizás lo haga para que usted siga viniendo cada año a Zaragoza.

--Quizás sea por eso (risas). Pero tampoco se lo tengo muy en cuenta, porque se ha comportado siempre muy bien conmigo. De todos, él se lo pierde. Zaragoza me gusta mucho y solo le falta tener mar para ser perfecta, pero en San Petersburgo también hay muchas cosas para visitar.

--En Zaragoza mucha gente le recuerda porque tras abandonar Belsué la plantilla zaragocista usted decidió jugar a partir de entonces con el número 2, que siempre había sido el dorsal del internacional aragonés.

--Así fue y lo hice porque me pareció desde el principio que era una buena idea. Y en el Zenit también jugué luego con el 2. Belsué es mi amigo y quise mantener ese número hasta el final de mi carrera deportiva. En la vida también hay que ser agradecido con las personas que te han ayudado. Por eso digo que de mi etapa en Zaragoza solo puedo tener buenos recuerdos, aunque me hubiera gustado hacer mejores cosas en el terreno deportivo. Ahora no se puede dar marcha atrás.