La Vuelta a España no está escrita para los equipos modestos. La Vuelta, como el Tour de Francia o el Giro de Italia, está reservada para los grandes, los que fichan a los mejores corredores, las escuadras que mueven los presupuestos suculentos y con más ceros a la derecha. Cuando se escapan los modestos, los grandes pasan a la acción y capturan a los pequeños. Los parias del pelotón solo gozan del premio de minutos de publicidad gratis a través de la retransmisión televisiva.

Esta es la historia que se escribe muchos días, en etapas en las que se sabe que difícilmente ocurrirán cosas importantes en la pelea por la general. Y así estaba marcada la quinta etapa, que partió de Granada para llegar a Roquetas de Mar, en Almería, tras un intenso y siempre cálido contacto con las Alpujarras.

A la Vuelta concurren los equipos importantes, los que forman parte del World Tour, la denominada Champions de este deporte, pero también se invita a aquellos conjuntos modestos, los esforzados de la ruta, los torerillos como los llamaba el mítico director Miguel Moreno, o los jornaleros de la gloria, según genuina creación del periodista José María García.

Camino de Roquetas de Mar comienza el zafarrancho de combate. Todos saben que habrá fuga y que llegará. El Sky, el equipo que disputa la general pensando en un polaco, Michal Kwiatkwoski, y un español, David de la Cruz, no quiere quemarse defendiendo cada día el jersey rojo de líder. Es un secreto a voces que recorre el pelotón de punta a punta. Pero a Vincenzo Nibali, que ya rueda perdido en la general, le da por escaparse. Y eso no lo puede tolerar el Sky. «No podíamos permitirle que se fugase y nos tomara minutos», reconoció Jonathan Castroviejo, miembro de la escuadra británica, en la meta almeriense. Ni agua a Nibali, no sea que resucite de entre todos los desaparecidos en combate.

Pero cuando quedan 25 corredores por delante que no suponen ningún contratiempo para la pelea de verdad, los equipos dominadores, Sky, Movistar, Lotto Jumbo o Mitchelton, los dejan partir porque saben que en un momento determinado, por ejemplo durante la subida a El Marchal, alma alpujarreña, se pelearán entre ellos y solo los mejores quedarán en cabeza.

Se fugan 25 y entre ellos representantes del Burgos BH (José Mendes), Caja Rural (Jonathan Lastra) y el Euskadi (Mikel Iturria). Estos equipos corren la Vuelta con una tarjeta de invitación, porque son españoles y porque hay que cuidar la cantera. Ellos son los forzados, los torerillos, los jornaleros. Mientras, por detrás, con el permiso del Sky, Rudy Molard, un francés del Groupama, el hombre de confianza de Pinot, se viste de rojo. También corre en un grande.