Camina el Real Zaragoza con paso firme en este comienzo de la temporada. Es cuarto en la tabla tras haber acumulado 8 de los 12 puntos posibles, no conoce la derrota y sigue vivo en la Copa del Rey después de haberse quitado de encima al Deportivo de Natxo. Ningún otro equipo presenta un bagaje mejor. Ni siquiera el Málaga, líder con pleno de triunfos pero fuera ya de la competición copera. Con ese aspecto inmaculado y pincho se presenta el equipo aragonés en Almería (18.30, Gol) dispuesto a dar continuidad a su estado de gracia pero consciente de que el rival -en puestos de descenso con un solo punto en cuatro encuentros- comienza a tener problemas. Y es ahí donde, precisamente, reside su mayor peligrosidad.

Así que el exceso de confianza y la relajación asoman como elementos de distracción para un Zaragoza que aspira a ser el mismo que destrozó al Oviedo hace ocho días. Entonces, la escuadra de Idiakez exhibió potencial a través de un 4-3-3 que volverá a lucir esta tarde. En el sur, como en el norte. Ese es el objetivo. Pombo, Álvaro Vázquez y Marc Gual volverán a ejercer de tridente ofensivo y de primeras herramientas en la presión alta sobre la que se asienta gran parte del éxito del esquema que Idiakez llevaba en la cabeza desde que llegó a tierras aragonesas y cuya aplicación aplazó hasta disponer de los elementos adecuados. Por detrás de ellos tampoco se adivinan novedades. Volverá Zapater tras su descanso en Copa para formar en el interior derecho. A su lado seguirá Javi Ros, en el mejor estado de forma desde que llegó a Zaragoza y James, una de las sensaciones hasta ahora, formará en el interior izquierda. En defensa tampoco habrá cambios respecto a los titulares en el Tartiere y Benito, Verdasca, Grippo y Lasure escudarán a Cristian Álvarez. No cambiar nada para que nada cambie. De eso se trata.

Pero no será fácil. El estado almeriense no se le da especialmente bien a un Zaragoza incapaz de ganar allí en las tres últimas temporadas y que se llevó un revolcón la pasada campaña, cuando cayó goleado por un rotundo 3-0. También entonces el Almería ocupaba puestos de descenso antes de recibir a los aragoneses, que sucumbieron estrepitosamente con dos tantos de Alcaraz y uno del exzaragocista Fran. Claro que aquel Zaragoza no es el actual. El equipo de Natxo deambulaba por entonces en busca de su propia identidad y sin personalidad ni carácter. Justo lo contrario que ahora. El Zaragoza gusta y se gusta.

Aunque el Almería viene ahora de darse un baño de autoestima en la Copa del Rey eliminando al Málaga, pero la victoria en Liga se resiste y los nervios amenazan con instalarse demasiado pronto en la localidad andaluza. A ello contribuiría decisivamente otra exhibición del elegante Zaragoza de este comienzo del campeonato. Si los aragoneses consiguen la segunda victoria consecutiva fuera de casa -ya lo lograron en Pamplona (1-2) y León (0-1) el pasado mes de marzo- se asentarán en la parte más alta de la tabla clasificatoria y, probablemente, se auparán a puestos de ascenso directo. Pero aún más importante sería el nuevo golpe de autoridad que asestaría al resto de rivales en la lucha por subir a Primera. El Zaragoza se mira al espejo y le gusta lo que ve, pero, como dijo Idiakez, lo que precisa ahora es demostrar madurez y huir de la presuntuosidad y la soberbia.