La antigua Escuela de Artes, en la plaza de los Sitios, ocupa todavía un edificio histórico construido en 1908, en una parcela de la antigua huerta de Santa Engracia, durante la Exposición Internacional hispano-francesa para conmemorar el centenario de los Sitios. Entonces, se acordó dedicarlo a las funciones de Escuela de Artes y Oficios, Artes Industriales y Escuela Superior de Comercio. La decisión del Gobierno aragonés -entonces con Eva Almunia como consejera de Educación- de acometer el traslado del centro a María Zambrano incluía la intención de ubicar en la antigua escuela -contigua al Museo de Zaragoza- el Espacio Goya, con el horizonte del 2008, coincidiendo con la celebración en la capital aragonesa de la Exposición Internacional, aunque también se había planteado la opción de que acogiera el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza y General de Aragón.

Catalogada de Interés Monumental, nada ha cambiado desde entonces. La vieja Escuela de Artes y Oficios permanece cerrada al público desde el 2009 y en estado de abandono y deterioro. Y eso que el propio Justicia de Aragón ha apremiado al Gobierno de Aragón a acometer actuaciones destinadas a hacer uso del inmueble. Sin embargo, aquel emblemático edificio ha quedado relegado al olvido y sin un proyecto de futuro.

«Mi opinión particular es que se debería haber recuperado aquel edificio para el entorno de las enseñanzas artísticas. Debería ser el Observatorio de Diseño y desarrollar allí equipos de trabajo y másteres, así como crear becas de trabajo. Se trataría de actuar dentro del entorno urbano autonómico a través de un centro de promoción y difusión del diseño», indicó Luisa Pellegero, directora de la Escuela de Diseño.

Pero no es esa la intención del Gobierno de Aragón -gestor del espacio en cuanto a la actividad y al personal aunque este es titularidad del Estado- partidario de destinar el edificio a una continuación del Museo Provincial de Zaragoza.

«Pero recuperar un edificio con estructura docente para un museo no tiene demasiado sentido. Habría que tapar o cerrar las numerosas ventanas existentes y acometer muchas actuaciones», lamenta Pellegero, que insiste en que la mejor opción sería «retomarlo, no para impartir clase, ya que eso se realiza aquí, sino como observatorio que repercutiría en beneficio de la ciudad y de la comunidad».

Porque aquellas profundas reticencias y acentuado malestar que, hace una década, sintieron alumnos y docentes cuando se cerró la antigua escuela todavía persisten. «Debería haberse acometido una reforma paulatina. Claro que requería inversión, pero estamos hablando de un edificio emblemático, auténtico y dentro de la ciudad. Allí se respiraba arte por los cuatro costados. Ahora se está cayendo», afirma María Teresa Gil, antigua directora del centro.

«Hubo recelo en un primer momento. pero se ha demostrado que este edificio reponde a las expectativas que teníamos todos. El anterior no podía cumplir su función para albergar todo Bachillerato y enseñanzas de FP que se imparten. Se requerían otro», justifican desde la Administración.