Las patronales financieras europeas y varias agencias de calificación han advertido de que la medida podría tener un efecto contraproducente: incentivar a los depositantes a llevarse su dinero al menor síntoma de problemas en una entidad para evitar verse atrapados por un corralito. También alertan de que podría dificultar la financiación de las entidades y ponerles en desventaja frente a las de otras zonas.

La debacle del Banco Popular demostró que las autoridades bancarias europeas carecen de instrumentos de liquidez para evitar que la caída de un banco se precipite. La normativa aconseja que la intervención de las entidades se realice en fin de semana para perturbar lo menos posible al mercado, pero la del banco español se tuvo que realizar en la madrugada de un martes a un miércoles por la fuga de depósitos que sufría.

El Ejecutivo comunitario ha propuesto a los estados y al Parlamento Europeo que las autoridades bancarias comunitarias puedan imponer un corralito de hasta cinco días laborables a entidades con problemas. Otra propuesta pasa por que se pueda ampliar hasta los 20 días. Hay discrepancias sobre si el dinero cubierto por el Fondo de Garantía de Depósitos estaría incluido.