La fuga de depósitos que ha provocado la debacle del Popular superó los 10.000 millones de euros desde el cierre de marzo. Solo en la parte minorista (sin incluir a administraciones públicas y grandes empresas), el banco contaba el pasado lunes con 60.347 millones pertenecientes a personas físicas y pymes, según fuentes del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB).

Las últimas cifras oficiales de la entidad apuntan a que el banco contaba con 71.187 millones de clientes minoristas (la cifra comparable más aproximada) al cierre del primer trimestre, con lo que habría perdido unos 10.840 millones (el 15,2% del total), a los que habría que sumar los retirados por las grandes compañías y el sector público.

El FROB, dependiente del Ministerio de Economía, argumentó ayer, que la intervención del Popular y su venta exprés al Santander han evitado que quedasen bloqueados los 30.725 millones de euros de personas físicas y 3.500 millones de pymes en depósitos de menos de 100.000 euros (los garantizados por ley). Además, no han sufrido quitas los 5.138 millones de euros de particulares y 4.789 millones de pymes en depósitos por encima de los 100.000 euros (que al no estar garantizados sí son susceptibles de sufrir pérdidas, como ha ocurrido con las acciones y parte de la deuda).

El FROB ha lamentado la pérdida total de su inversión que han sufrido los accionistas y propietarios de deuda convertible y subordinada del Popular (entre 3.000 y 4.000 millones), pero ha defendido que su actuación, que venía preparando desde hace semanas, ha permitido garantizar la estabilidad financiera de España sin perjuicio para su economía y sin ayudas públicas, así como proteger a los depositantes.

En un vídeo a sus empleados publicado por Vozpopuli, el expresidente del Popular, Emilio Saracho, admitió el miércoles su «fracaso». Sin embargo, llamó a distinguir entre los accionistas, que lo han perdido todo por la «irremediabilidad de la situación» del banco pero «eran inversores que apostaban a una rentabilidad», y los depositantes, cuya confianza «no se puede poner en juego, y eso es lo que estaba en juego».