El primer coche que salió de la factoría Ford de Almussafes, en 1976, se quedó en casa. Se había acordado que se sortearía entre los trabajadores y, a los pocos días de conocerse el ganador, el rey Juan Carlos inauguró la planta y le entregó las llaves. Eso sí, era una especie de renting porque el afortunado tenía que devolverlo a los dos años para llevarse, ya en propiedad, otro, porque ese primer Fiesta iba al museo particular de la fábrica.

Cuarenta años después, aquel protovehículo es una de las piezas del Museo de las Ciencias y, en las conmemoraciones, el presidente de Ford España, Jesús Alonso, prometió que se quedarán al menos otros 40 años en Almussafes, a 20 kilómetros de Valencia. El último coche que ha salido de la factoría puede ser de seis modelos diferentes, una flexibilidad que, aseguran, no tiene ninguna otra factoría en España.

Puede ser un Kuga, que acabe en países con volante a la derecha, o un Transit Connect que circule como taxi por Nueva York, que lo incorporó en el 2011, igual que Boston y Chicago. En este caso, Almussafes tiene la exclusiva mundial de producción.

La media de vehículos que han salido de sus líneas de producción en los últimos años, según el estudio que ha presentado la Universidad Europea de Valencia, es de 388.000. La cifra puede ser superior este año por la acelerada producción del primer semestre. Después se ha atemperado la fase, con el consiguiente ajuste, pactado entre la empresa y UGT, mayoritaria en el comité.

Evitados 430 despidos

Se han evitado 430 despidos. «Eso habría sido muy difícil en una empresa sin diálogo y negociación permanente. En otro sitio se habría bajado la producción, se habrían ajustado las líneas y se habría acabado despidiendo a gente», apunta Carlos Faubel, líder del sindicato. Ford es la factoría que sirve de termómetro para las huelgas generales en Valencia. Esta paz social fue clave para que sorteara el último gran obstáculo, cuando, en el 2012, el grupo planteó el cierre de varias plantas y la de Valencia se lo jugó casi a cara o cruz con la de Genk, en Bélgica.

«El 40 aniversario llega en un muy buen momento, pero aún tenemos margen para producir algo más y generar más empleo», desliza Faubel. H