El escándalo del dieselgate no da un día de tregua. La Fiscalía de Múnich dio ayer un nuevo paso al acusar al presidente de Audi, Rupert Stadler, y a otro alto miembro de la junta directiva de la marca como sospechosos por la manipulación de cientos de miles de coches para esquivar los controles ambientales. La fiscalía entró en los hogares de los dirigentes para buscar evidencias de su posible responsabilidad.