La caída de la bolsa en China y la posterior devaluación de su moneda, el yuan, ha puesto en alerta a los inversores mundiales. La desaceleración está pasando factura al gigante asiático pero otros países podrían verse afectados. Uno de sus socios comerciales más preocupados es Alemania, quien mantiene un fuerte vínculo de negocios con el régimen liderado por Xi Jinping. Alemania es el pilar económico de China en Europa, ya que representa el 25% de la inversión total de la Unión Europea en el país con un gasto de más de 1.300 millones de euros al año. La reducción del crecimiento chino, que se estima que pasará del 10% al 7%, puede golpear las finanzas germánicas y, de paso, hacer temblar la recuperación económica en el viejo continente. Pekín es a la vez el segundo socio comercial de la UE, algo que incrementa aún más el temor al frenazo asiático.

El comercio bilateral entre ambos países ronda los 178.000 millones de euros, lo que supone un incremento del 600% respecto al año 1972. En lugar de competir como potencias exportadoras, los lazos económicos entre los dos países se han ido estrechando hasta convertirlos en aliados indispensables. Esa unión comercial es tan intensa que incluso este verano se ha puesto en marcha un tren que conecta Hamburgo con la ciudad china de Harbin.