La Xylella fastidiosa, la bacteria que ha matado olivos a lo largo de 540.000 hectáreas en Italia y que se detectó en Baleares a finales de octubre, aún no ha hecho acto de presencia en la Península Ibérica. Sin embargo, no se puede excluir su presencia en el territorio peninsular. Plantas de las islas tuvieron síntomas compatibles con la enfermedad ya hace cuatro años, antes de que se identificara la plaga y se impusiera el veto a la exportación de plantas desde las islas. Además, a las importadas desde América (el principal foco de la bacteria) no se les aplicaron controles especiales antes de la crisis italiana.

Por esto, las administraciones estatal y autonómicas han creado grupos de trabajo de expertos. En febrero, se reunió el grupo estatal, integrado por expertos y responsables del Ministerio de Agricultura y de las comunidades autónomas interesadas. En Aragón, el departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Ejecutivo autonómico ya ha organizado varias reuniones con organizaciones agrarias y viveros.

EL MOMENTO CERO / «Actualmente estamos en el momento cero de la epidemia, equivalente a la primera vez que se detectó en Italia: aún no se sabe cómo va a afectar la Xylella a España», afirma Blanca Landa, investigadora de la Universidad de Córdoba y experta de referencia en la bacteria en España, que está asesorando a los gobiernos central y balear. «Es muy complicado decir si ha saltado o no (a la península). Lo que ha pasado en Italia, en Córcega y en Mallorca podría haber pasado en la península, pero por el momento no hay evidencias», añade.

«El riesgo de que aparezca en la peninsula es muy alto: a medida que se haga más prospección, es probable que se detecte», afirma Alberto Fereres, investigador del CSIC en Madrid, también miembro del grupo de expertos estatal.

Entre las medidas barajadas por el grupo de expertos estatal figura seguir destruyendo las plantas positivas, sin eliminar todas las asintomáticas pero potencialmente afectadas hasta que se analicen, según informa Landa, que también forma parte de ese grupo. Además, se plantea bloquear el tráfico de plantas entre las islas. Finalmente, se va a aumentar la monitorización y el muestreo en toda la península. «Son ideas que aún se están elaborando», subraya Landa.

No obstante, el abanico de posibilidades -de las más optimistas a las más pesimistas- está todavía abierto de momento. Hace algunas semanas se detectaron más de 200 focos positivos en Mallorca, Menorca e Ibiza, según informa el director del Centro de Certificación Vegetal del Departamento de Desarrollo Rural de la DGA, Emilio Betrán, pero no se ha detectado ninguno en la península.

Un hecho determinante es que algunos árboles mostraban síntomas de la enfermedad desde hacía años. «Hay una foto de un acebuche (olivo silvestre) del 2012, sacada de Google Street View, que presenta desecación de ramas. Ya desde el 2008-2009 los almendros de Mallorca empezaron a presentar problemas de secado, que se atribuían a la sequía. Quizá se debían a la Xylella. Por la extensión de la enfermedad, la bacteria debe llevar años en la isla», observa Landa.

MEDIDAS INSUFICIENTES / Las variantes de la bacteria localizadas en Baleares no vienen de Italia, según los expertos, porque sus genomas son distintos. También dañan a los olivos, pero no se sabe si su impacto en esa población podría ser tan devastador como el de la cepa italiana. Se sospecha que también «podrían ser agresivas con el almendro, el frutal de hueso y la vid», apuntan fuentes consultadas por este diario. Esas cepas han hecho estragos en estas plantas en Estados Unidos desde la década de 1930.

La Xylella podría haber llegado a la península también por las importaciones. «Durante mucho tiempo no se tomaron medidas suficientes de control. Después de la crisis italiana sí, pero la bacteria podría haber llegado antes», apunta Fereres.

El problema fundamental, tal y como apunta Betrán, es la capacidad destructiva de la Xylella. «Hay 300 especies distintas que pueden padecer la enfermedad y contagiarla», destaca.

«Ante una situación así, nadie está preparado, pero no por negligencia, sino por falta de experiencia», observa por su parte Landa. Baleares está haciendo todo lo que tiene a su alcance, coinciden los expertos. «La mejor forma de combatir a esta bacteria, más que empezar a buscar culpables, es que todos los sectores implicados trabajemos de la mano, de forma coordenada», concluye Landa.