Nueva vuelta de tuerca regulatoria para tratar de que los bancos de todo el mundo sean más sólidos en la próxima crisis y necesiten menos ayudas. El próximo enero entra en vigor una norma contable internacional que obligará a las entidades financieras a elevar las provisiones que guardan para hacer frente a las pérdidas que les ocasionan los impagos de los créditos. Las españolas tendrán que destinar a ello entre 2.600 y 4.200 millones de euros adicionales, que les restará entre 910 y 1.360 millones del capital de máxima calidad. Un impacto que el Banco de España juzga manejable pero que, admite, junto a otras reformas legales encarecerá el crédito.

El organismo supervisor ha hecho un ejercicio teórico del que se desprende un impacto similar al estimado por la Autoridad Bancaria Europea (EBA, en sus siglas inglesas) a partir de una muestra de bancos del continente: un incremento de las provisiones del 13% y una reducción del capital CET1 de 0,45 puntos porcentuales. El servicio de estudios del BBVA, en cambio, prevé un efecto mayor: del 21% y 0,67 puntos. La banca española realizó 20.036 millones en provisiones el año pasado y cerró junio del 2017 con un capital de 203.934 millones, si bien las cifras finales de impacto dependerán del cierre de estos dos factores al final de este ejercicio.

El principal cambio de la circular es que las provisiones dejarán de calcularse en función del creciente quebranto que suponen los impagos cuando se producen (pérdida incurrida) y pasarán a estimarse en función del agujero que se estime que puede provocar el préstamo según la experiencia pasada y las previsiones macroeconómicas (pérdida esperada). En los créditos al corriente de pagos se tendrá que hacer una provisión según la pérdida esperada de los siguientes 12 meses, mientras que en los impagados o en riesgo de impago será según la pérdida esperada en toda la vida de la operación.

Los expertos del BBVA han destacado que el nuevo esquema va a incrementar la «transparencia» y reducir las «preocupaciones del mercado» respecto a si el capital de las entidades es suficiente para afrontar las pérdidas futuras. Sin embargo, han alertado de que también puede tener efectos «procíclicos» y «adversos». La pérdida esperada, así, será mayor en momentos de crisis y menor en momentos de bonanza.

Riesgo controlado

Fuentes del Banco de España le quitan importancia a este riesgo: los recargos de capital que ahora se pueden imponer para frenar el riesgo cíclico son una herramienta de «más potencia» que las antiguas provisiones anticíclicas. Lo que sí ha admitido es que los créditos se pueden encarecer en la medida en que esta norma y otras elevan el coste del capital. «Es evidente que el margen de intermediación tendrá que aumentar para remunerar el capital, en España y en el mundo entero. Los precios de los préstamos tienen que cubrir los costes y los riesgos de los bancos», ha argumentado.

El supervisor sostiene que este impacto «no va a ser relevante» ni va a «suponer un shock para las entidades». Explican, así, que se podrá cargar contra las reservas, en lugar de contra los resultados, y que se podrá periodificar a lo largo de un lustro.