Según la OCDE, un aumento del 0,1% del producto interior bruto (PIB) en el gasto empresarial en innovación se traduce en un incremento del 1,2% en la productividad a largo plazo. Así, cuando observamos empresas que invierten en investigación con el objetivo de innovar, entrevemos estrategias enfocadas a garantizar que sobrevivirán a sus creadores y esto solo se consigue siendo sujeto activo capaz de intervenir en el tiempo que toca vivir y conformar el futuro. Para ello es necesario contar con un marco regulador favorable, tanto legal como consuetudinario.

En este sentido se observan tendencias muy clarificadoras si comparamos las productividades de países con sus marcos normativos: decrecimientos de productividad en países cuyo sistema jurídico se basa en el derecho, como es el caso del nuestro, crecimientos en los países basados en la jurisprudencia (anglosajones) y crecimiento moderado en los países nórdicos.

Un caso particular de la relevancia de los marcos regulatorios en la economía, lo constituye la I+D+i. Son múltiples los obstáculos que las empresas innovadoras españolas sortean, comenzando por la habitual práctica de apropiación indebida de innovaciones de proveedores por parte de los clientes. Concretamente nos referimos a la costumbre de apropiación de soluciones de un proveedor para sacarlas a oferta (sin su consentimiento) con la esperanza de abaratar costes. Este mal entendido afán de ahorro a corto plazo, destruye una posible ventaja competitiva a largo. Y en vez de convertir a un innovador proveedor en socio estratégico, dilapidamos su valioso activo intangible como premio a su esfuerzo, creatividad y dedicación a la obtención de beneficio.

Hace falta un cambio de criterio en el país que respete y valore el esfuerzo y la disciplina del creador, que es nuestro motor de crecimiento. Hemos de ser capaces de idear y crear productos y servicios punteros con los que competir en el mundo. Pero eso es imposible sin un marco jurídico que lo soporte adecuadamente y sin un marco de costumbres que lo respete, valore y estimule.

Alemania obtuvo 14.274 patentes en el 2006; EEUU, 14.834; Japón, 12.044; y España, 361.