La superficie agraria útil sigue cayendo a marchas forzadas en Aragón, tal y como ocurre en el resto de Europa. En la última década, la comunidad ha perdido una media de 2.000 explotaciones al año (20.768 en total), lo que equivale a más de 115.000 hectáreas, según el estudio Estructura de la Propiedad de la Tierra en España. El abandono de explotaciones, el cambio de uso de parte de ellas y un claro proceso de concentración (muchas unidades productivas acaban absorbiendo esas tierras yermas) explican en buena medida este fuerte descenso, que se ha cebado sobre todo en las pequeñas y medianas explotaciones.

De hecho, en estos últimos diez años, la agricultura familiar ha pasado de controlar el 15% de la tierra de la región a tan solo el 7%, según el citado estudio, que fue presentado la pasada semana en Zaragoza.

Sin embargo, este no es el único desafío que afronta el campo aragonés. La falta de relevo generacional y el envejecimiento progresivo del sector está poniendo en serio peligro la supervivencia de miles de explotaciones. Y eso que durante los años de crisis los jóvenes han vuelto a mirar al campo ante la falta de oportunidades laborales.

En la comunidad, el 46,7% de la superficie agraria útil está en manos de agricultores mayores de 55 años y los de menos de 35 solo poseen el 7,6%. Aragón, con todo, no es de las regiones que peor paradas salen en este ránking. En Baleares o Valencia, más del 60% de la tierra es propiedad de profesionales veteranos.

Las dificultades que tienen los jóvenes a la hora de comprar o arrendar una explotación debido a los altos precios es el principal escollo en este sentido, según apunta el coordinador de Juventudes de UAGA Aragón, Marcos Garcés, que defiende la creación de bancos de tierras. «Hay países en que están funcionando bien; en Francia, por ejemplo, tienen capacidad para bloquear ventas y priorizar la adjudicación a los jóvenes», explica Garcés, que apunta que «la tierra nunca va a bajar». Durante los años de crisis, de hecho, se ha convertido en un valor refugio para muchos inversores de toda España, lo que ha elevado los precios. Garcés indica a este respecto que el 61% de los jóvenes europeos asegura que el acceso a la tierra es el principal problema a la hora de incorporarse a la actividad agraria.

DESIGUALDAD EN LA DISTRIBUCIÓN / Otra de las conclusiones del estudio es que la tierra está cada vez en menos manos. Así, mientras la agricultura familiar controla menos superficie, las propiedades de los grandes terratenientes (los que poseen más de 500 hectáreas) han crecido un 8% en la comunidad en la última década.

No en vano, el informe asegura que Aragón es la cuarta comunidad española que tiene mayor desigualdad en la distribución de la tierra. «Hay que tener en cuenta que aquí entran en juego diferentes factores; en Aragón, por ejemplo, hay mucho pasto y sector cerealista, que requieren de más superficie que un invernadero en Almería, más allá de que la poca gente que queda en el campo va cogiendo más tierra», explica Garcés, que añade que la propia Política Agrícola Común impulsa esa concentración. «Como las ayudas suben en función de la superficie que tienes, muchos agricultores optan por comprar más hectáreas», indica.

La presentación del estudio contó con la participación de los diputados de Podemos Nacho Escartín y Andoni Corrales, quienes lamentaron «la presión que se ejerce sobre la tierra desde una serie de intereses económicos, muchos de ellos especulativos, que dan como resultado un proceso de concentración». H